Ayer vi una foto de la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, y el presidente Quim Torra en la inauguración de la Fira de Girona, que se celebra en la ciudad por la fiesta de Sant Narcís. Iban los dos protegiéndose de la lluvia con sendos paraguas, típico instrumento del supremacismo catalán. Así que, do van los representantes, van los representados y, aprovechando que había escampado por la tarde, nos fuimos a la verbena.
La fira de Sant Narcís es, en realidad, dos: una seria de muestras comerciales, industriales, muy bien montada y otra de regocijo, un pedazo verbena con todas las atracciones de imaginables, desde los coches locos hasta la inevitable noria, reina majestuosa en todas las verbenas de todos los tiempos, pasando por los puestos de boniatos y castañas asadas y las atracciones de nuevas tecnologías, a cada cual más arriesgada, aventurada y tremenda. Túneles del horror, tómbolas, nubes de azúcar, casetas de tiro en las que conviven las viejas escopetas de aire comprimido y modernos rifles automáticos de asalto. Vamos, para arruinarse.
Con dos críos era inevitable montar en todos las formas de montañas rusas o roller coasters, que son variadas. Cuando se sube uno a cualquiera de ellas, se le pone la cara que se ve en la foto, prueba de que el miedo y el gozo suelen ir unidos. ¿Y qué decir del marco?
Oigo las risas. Bueno, vayan allá y prueben a subirse a una máquina infernal que se llama ominosamente "Alcatraz". Y, si salen con todos los huesos en su sitio, es que "son mejores que yo, Gunga Din", que diría Kipling. ¡Ah! Además, en "Alcatraz" te meten en la cárcel, en unas jaulas de barrotes. Más que nada, para que puedas agarrarte.