En un momento crucial, a un día de que el Parlament tome una decisión que forzará la solución de este barullo creado por la obstinación en no aceptar el resultado de las elecciones del 21 de diciembre.
Porque es el último peldaño en la escalera de la República Catalana en la que los organizadores cuentan tres y Palinuro, siempre más minucioso, cuenta cuatro, pues echa en falta el 7 de diciembre, cuya importancia no puede desdeñarse, ya que tiene la fuerza de la movilización popular, como el 1º de octubre, en defensa de las instituciones catalanas tras el golpe de estado unilateral del 155 el 27 de octubre.
Parece que luego, a la caída de la tarde, habrá un acto musical en la Plaça Paeria, en honor de los presos políticos. Imposible encontrar una forma mejor de solidarizarse con quien sufre por la injusticia que la música. La música es matemática y así como esta es la reina de las ciencias, aquella es la de las artes. Y el arte, ya se sabe, es emoción. Todo lo demás es comercio.
El debate sobre si presos políticos o políticos presos está muy por debajo de nuestro caso. Sobre todo porque viene movido por un gobierno y un partido en el que abundan los políticos presos y los que andan en libertad provisional.
Estos otros son presos políticos de verdad, presos por sus ideas, presos de conciencia, que no han cometido delito alguno y son absolutamente pacíficos. Verlos entre rejas produce una fuerte emoción que se expresa mediante la música.