Hace unos días Pedro y Pablo estuvieron de santo compartido. Quizá sea lo único que comparten: la onomástica, el santo. Ya no el santo y seña, lo cual es razonable, dado que no hay operación alguna. Negándose C's a cualquier acuerdo con Podemos y viceversa, no hay posibilidad de moción de censura sin contar con los votos de los indepes catalanes y ese es el embrollo de la política española. Sánchez aseguró que pediría la dimisión de Rajoy como primera providencia de su SG y no solo no lo ha hecho sino que no lo hará porque ve que no basta con pedir la dimisión. Hay que forzarla, cosa solo posible con los votos catalanes que el PSOE repudia de raíz sin mucha justificación.
Sobre todo porque la única alternativa -y una por la que suspira el ala derecha del PSOE- es la gran coalición de hecho o de derecho, una especie de gobierno de unión nacional que sume los escaños del PP, el PSOE y C's (254) en todo lo relativo a Cataluña. Esta alianza no tendría por qué ir en detrimento electoral del PSOE pero, desde luego, barrería su expectativa de configurarse como el partido hegemónico de la izquierda.
Ninguno de los dos puede llegar al gobierno por sí solo. Juntos, tampoco, porque cada uno de ellos veta al posible aliado del otro. Y, por si acaso no lo hiciera, probablemente Rajoy tiene ya preparado el decreto de disolución para elecciones anticipadas.