Sí, efectivamente, da la impresión de que "la liga de la izquierda" está ganada. Aquí de sorpasso ya no habla nadie. No sé en Córdoba. Ha sido un "resurgimiento" de la nada como un relámpago. Primero se ganaron las primarias contra toda previsión y luego se ganó la "liga" por arrinconamiento. Toda la esperanzada aventura de Podemos con el espíritu del 15M se ha reducido a la acción parlamentaria cotidiana con puntos de originalidad y provocación que la práctica parlamentaria acaba engullendo siempre. La esperanza de llegar al gobierno depende del partido que se había pretendido aniquilar. KO.
Y, entre tanto, también, la de articular una oposición eficaz que revele los mecanismos y responsabilidades concretas por la corrupción y revierta las políticas más agresivas de la derecha. Para todo eso y más, la participación del PSOE es imprescindible. Porque es el partido hegemónico de la izquierda.
Pero, además de ganar la "liga" de la izquierda, el PSOE tiene que ganar la carrera de obstáculos de la cuestión catalana. Y eso no es tan sencillo. A la reunión del jueves con Rajoy, Sánchez lleva dos encargos: uno, trasmitir al presidente de la Gürtel la preocupación real con Cataluña; dos, insistir en que ese mismo presidente de los sobresueldos proponga algún tipo de solución política, más allá del cumplimiento de la ley.
Es una actitud muy razonable: que antes de echar mano a la cachiporra, el Estado se siente a negociar alguna fórmula aceptable por ambas partes. Tratándose del PP, esto es una quimera. Pero se trata, cuando menos, de un gesto, algo que se pueda invocar para justificar el apoyo del PSOE al gobierno en este contencioso.
Pero lo ideal sería que, además de instar al gobierno a "abandonar el inmovilismo" y a encontrar una "solución política", el PSOE aportara la suya. Cosa muy urgente por cuanto del otro lado ya se ha advertido que una posible solución es la intervención de las fuerzas armadas.