dissabte, 13 de maig del 2017

Orden y progreso

Es el lema de la doctrina positivista de Auguste Comte, que dominó buena parte de los siglos XIX y XX y aún hoy pervive en la bandera del Brasil, Ordem e progresso, aunque ya desprovisto de sus connotaciones dinámicas, avanzadas, progresistas. Para la mentalidad conservadora, hoy dominante, lo esencial es el orden, hasta el punto de que solo admite el progreso que se dé dentro de él. “El orden reina en Berlín”, escribía Rosa Luxemburg el 14 de enero de 1919, después de la derrota de la revolución y un día antes de que la asesinaran.

El progreso, sin embargo, suele darse rompiendo los límites del orden. Hay lo que llaman el crecimiento orgánico que supone evolución sin rupturas. No obstante muchos otros progresos van acompañados de rupturas del orden previo y, de este modo, la cópula original se convierte en antagónica.

Esa oposición metafórica explica a mi entender el sentido de las primarias: Díaz representa el orden y Sánchez el progreso. Díaz es secretaria general del PSOE(A) y presidenta de la CA andaluza. Orden. Cuenta con el aparato del partido y la gestora. Más orden. Tiene el apoyo de los barones. Orden y ordenanzas. Su discurso es institucional. Un discurso de orden que solo se diferencia del del PP en que quiere ponerse en su lugar.

Sánchez simboliza la mudanza, la renovación, el progreso. Se enfrenta al aparato, la institución, los barones y lo hace como un revenant justiciero, a vengar una afrenta, no en nombre propio, sino en el de aquellos que lo votaron en su día y a quienes se ha arrebatado su elección mediante un golpe de mano. Incidentalmente esto prueba también la inepcia de los golpistas (“chusqueros” los considera Borrell) al no rematar a su víctima. Regla básica del arte de la guerra: no puedes dejar al derrotado en situación de volver a atacar. De hecho, la caudilla lo había formulado nítidamente: “yo a ese lo quiero muerto”. No era un anhelo de necrofilia, sino una orden de ejecución.

Pero la ejecución no se consumó. No hubo tiro de gracia y el derrotado de ayer, habiendo levantado bandería entre la militancia por la recuperación de su dignidad, ha encendido un movimiento regeneracionista interno al PSOE. La ola está muy en la línea de la izquierda actual, con una ventaja añadida nada nimia: no es virtual, como los círculos de Podemos, sino muy real en las agrupaciones y casas del pueblo de todo el país. Esta candidatura ha despertado un adormecido orgullo de partido de izquierda democrática, en clara competencia con Podemos y que los adocenados dirigentes del orden y el aparato ni imaginaban. El progreso, la renovación del partido ha roto los límites del orden establecido y amenaza arrollar a su candidatura, que iba a culminar su carrera de apparatchik calzándose la SG en una vistosa parada.

El lunes que viene debatirán los tres aspirantes casi en cónclave, pues lo harán en Ferraz y a las 13:00, pasando la señal a las televisiones. Casi secreto. A la recogida de avales brotó la primera sangre. Pero el duelo ha seguido. Ahora es a muerte, figurada, claro. Duelo Díaz-Sánchez con el tercero López que, en realidad, por sus posibilidades y lo que dice, es más un testigo y, según algunos, padrino de Díaz. Padrino en el sentido de los lances de honor.

El debate debiera ser más abierto y en una TV pública o privada comercial de amplia audiencia. La gente está interesada en escuchar al próximo SG del PSOE y aspirante a presidenta . La cosa promete. Sánchez llega pertrechado con un documento repleto de propuestas en positivo tanto para la organización del partido y su relación con la otra izquierda, como para la gobernación del Estado, incluido el peliagudo tema territorial. Díaz, por el contrario, no trae nada. Parece que dedicará el fin de semana a pergeñar algo parecido a un programa de gobierno, que así saldrá. En cuanto al partido, nada: que todo siga como está, pero muy unido, con muchas ganas de ganar, en fraternidad de compañeros con ganas de ganar para disponer de un PSOE con ganas de ganar y que haga honor a un glorioso pasado con ganas de ganar. Y así. A veces emprende vuelo: la dirección del partido no tiene que estar en contacto directo con la militancia. Sí señor, para eso se inventaron los “cuerpos intermedios” durante las guerras de religión, muy actuales, como se sabe. El PSOE no es de izquierdas ni de derechas. Ni de centro, que no existe, pues la derecha se toca con la izquierda por su izquierda y la izquierda con la derecha por su derecha. ¿A que está claro? Respecto a la otra izquierda, asegura llena de desdén solo es útil cuando resuelve los problemas de la gente. Cierto. La otra izquierda, la derecha, el centro, el extrarradio y ella misma como persona: solo son útiles si son útiles.

La candidatura de Sánchez reitera su opción por la alianza de izquierda y la plurinacionalidad del Estado, sin entrar en mayores dibujos pues no es el momento. Se disipa así la interpretación malévola de El País de que el candidato daba con la puerta en las narices a Podemos. Hubiera sido absurdo. En primer lugar porque en democracia no debe darse con la puerta en las narices a nadie. Y aprovecho para señalar que “nadie” es “nadie” y no debe pues darse con la puerta en las narices a los indepes catalanes. En segundo lugar, los otros deben poner las narices para que les den en ellas y no parece ser el caso de Podemos ni de JxS.

Si Podemos o JxS se niegan a dialogar o ponen condiciones sine qua non, habrán situado la pelota en su propio tejado. Lo que el PSOE debe mostrar es una disposición a dialogar con todo el mundo sin condiciones. Esa es una posición más sensata y, es de suponer, ganadora, frente a la cerrazón de Díaz, que condena al PSOE a una sola salida: servir de muleta al gobierno del PP. Lo cual tampoco estaría mal necesariamente de no ser porque, en las circunstancias actuales, ni el PP ni Rajoy están en condiciones de gobernar.