Palmira Chavero (2015) Prensa y política en tiempos de crisis: estudio de la legislatura 2008-2011. Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas. (263 págs.)
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La clave para entender el desastre de esta legislatura con mayoría absoluta del PP dirigido por un prodigio de incompetencia y mala fe como Rajoy se encuentra en la segunda de Rodríguez Zapatero. Por este motivo se agradecen obras que, como esta, aborden aquel tiempo con distanciamiento y perspectiva científica. El propio Palinuro y su colega César Colino publicaron un reader en 2012 con otros colegas tituladoEspaña en crisis. Balance de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero. Valencia: Tirant Lo Blanch, subrayando lo que entendían entonces y este libro en comentario viene a confirmar: lo decisivo del segundo gobierno socialista de Rodríguez Zapatero fue el hecho de que tuviera que bregar con la crisis que, en mi modesta opinión, acabó con él. La diferencia entre nuestro trabajo y este no reside en las conclusiones, sino en el enfoque. Nosotros dimos una perspectiva panorámica del conjunto de la legislatura, mientras que Chavero se concentra en el aspecto de la comunicación política.
La obra de la joven profesora es el resultado de una magnífica tesis doctoral, debidamente aligerada de aparataje científico y metodológico sin merma del rigor, para hacerla de más fácil y grata lectura, cosa que consigue cumplidamente. Chavero se mueve como pez en el agua en el vasto campo de la comunicación política y más específicamente en las principales teorías explicativas del impacto de los medios en la vida pública, las teorías del agenda setting, del framingy de la tematización (pp. 20/26). Su hipótesis de partida es que, además de vigilar a los poderes públicos, los medios de comunicación mantienen una relación de interacción con los actores políticos que se desglosa en dos direcciones a su vez interrelacionadas: los medios desempeñan un papel activo en el proceso de comunicación política y, en los contextos de crisis toman parte activa en la resolución de los asuntos de relevancia pública (p. 33)
Chavero aborda su investigación con una doble perspectiva, cuantitativa y cualitativa por razones tan obvias como bien y convincentemente expuestas por la autora. Su objetivo es un análisis de contenido de la prensa de papel de referencia centrado en su visión de la gestión del sistema político, tanto en el gobierno como en la oposición. Para el análisis cuantitativo somete el estudio de las variables a tablas de frecuencia y contingencia y, en el caso de las dicotómicas, a la regresión logística y para los aspectos cualitativos, al análisis crítico del discurso (pp., 35/40). La prensa escrita de papel que considera de referencia es El País, El Mundo, ABC (Sevilla), La Vanguardia, El Periódico de Cataluña, La Voz de Galicia, Levante EMV, El Correo (Euskadi) (p. 38). El criterio de selección de los diarios obedece a territorialidad, difusión y posicionamiento ideológico (p. 45). Sin duda es un buen procedimiento y está avalado por una larga tradición de estudios de este tipo que toman como objeto los viejos y grandes periódicos. Su objetivo, obviamente, es estudiar qué actitud tomaron estos medios respecto al gobierno de Rodríguez Zapatero y la oposición de Rajoy. No va más allá, ni puede en una época en la que, como la misma autora señala más abajo, la difusión de la prensa escrita de papel es cada vez más baja, la influencia de esta cede ante el predominio apabullante de la televisión y, asunto cada vez más interesante, los medios digitales (escritos como los otros, pero no en papel) cada vez ganan más audiencia, por no hablar de la revolución que están suponiendo las redes sociales
Con referencia a los clásicos y venerables periódicos de kiosco, Chavero recurre a la clasificación de Hallin y Mancini para aceptar que el sistema mediático español es de un pluralismo polarizado (p. 56). Pero esta tipología admite variantes que la autora subraya. No todos los políticos ni partidos tienen el mismo comportamiento frente a los medios. Zapatero cuenta en su haber con la despolitización de la radiotelevisión pública (p. 61) mientras que la llegada del PP en noviembre de 2011 puso punto final a la etapa de independencia de la RTVE (p. 63). La autora se abstiene de hacer juicios de valor en este caso, pero el crítico no se siente constreñido por el mismo corsé de rigor metodológico y aprovecha para subrayar que ya solo esta diferencia radical de actitud frente al derecho a la información demuestra que quienes afirman que el PP y el PSOE son lo mismo no saben lo que dicen o lo saben y saben que mienten. Por cierto, quien quiera un sucinto e ilustrativo resumen de la audiencia de los medios en España y a qué banderías y escuderías pertenece cada uno, hará bien en consultar esta obra, muy puesta al día en un panorama cambiante (p. 73).
En la parte de análisis empírico, la autora hace una caracterización del contexto político, afirmando, como hicimos nosotros en la nuestra, que la crisis fue la protagonista de la legislatura (p. 92) y realmente dio al traste con ella. Su segundo y último tramo estuvo caracterizado por el movimiento de los indignados y un fin de legislatura con convocatoria de elecciones anticipadas en noviembre de 2011 bajo presión generalizada. Lo más llamativo, un artículo de Juan Luis Cebrián, de 18 de julio de 2011, conminando al infeliz de Zapatero a que convocara elecciones, cosa que este hizo (p. 96). No cabe olvidar que, a diferencia de lo que sucedía con Felipe González, las relaciones del grupo PRISA y el gobierno de Rodríguez Zapatero eran muy malas porque este había intentado poner en pie un conglomerado mediático rival del otro. Así que, cuando Cebrián carga contra la "insoportable levedad" de Zapatero, suelta el rencor y la rabia contenidos hasta entonces por la osadía del socialista de liberarse de su tutela. Ignoro si, al ver cómo Zapatero cedía como un cordero, Cebrián acabó creyendo que su opinión tenía un peso decisivo en la conducta de los gobernantes. Es una neurosis muy frecuente entre pseudointelectuales. Pero, si lo creyó, habrá abandonado la idea. Ante la situación de catástrofe nacional en que Rajoy ha sumido el país, ahogado en el fracaso, la corrupción y la amenaza de fragmentación territorial, el mismo Cebrián ha escrito otra de sus insoportables conminaciones pidiendo igualmente elecciones anticipadas con el resultado de que Rajoy las ha convocado habiendo rebasado el plazo estricto que tenía. Es duro para alguien tan soberbio pero a Cebrián los poderes públicos no le hacen el menor caso.
Chavero estudia la comunicación de la crisis a través de la evolución de los encuadres. Desde el principio, el encuadre dominante es el que propone el gobierno: salida de la crisis con un programa social (p. 102) y este es el enfoque que las duras circunstancias se encargarán de alterar y que se verá obligado a dejar paso a otros temas como el terrorismo, la corrupción y los partidos políticos (pp. 117/123). La autora concede igualmente una gran atención al proceso de diálogo social porque, a diferencia del campo devastado en que el dominio del PP dejaría después las relaciones laborales, estas interrelaciones entre los agentes económico-sociales con otra correlación de fuerzas era entonces importante. De aquí nace una "coalición negativa" contra zapatero (p. 147) y la imposición de la reforma laboral por decreto en junio de 2010, (p. 160), cuando ya podía verse que lo duro todavía estaba por llegar. Habida cuenta de que, al triunfar el PP en noviembre de 2011, se apresuraría a sustituir el normal procedimiento legislativo por el uso y el abuso del Decreto-Ley, no hay más remedio que coincidir con la autora en que la legislatura terminó con un triunfo de la derecha mediática (p. 168).
Un epígrafe especial dedica Chavero a la presión de la UE y la reforma de la Constitución en el verano de 2011. En ella se selló el destino del segundo gobierno de Rodríguez Zapatero. De no ser porque esa reforma fue un atropello neoliberal imperdonable que ya veremos si se deroga con un hipotético triunfo electoral del PSOE, sería cosa de subrayar el aspecto cómico de que, probablemente, la reforma fue posible por la pura ignorancia de Zapatero sobre la materia que, se supone, enseñó alguna vez en la Universidad, el Derecho Constitucional. De haber sabido el español que los alemanes reforman su constitución con frecuencia, que llevan unas sesenta reformas desde 1949, a lo mejor se le hubiera ocurrido la conveniencia de explicar a Merkel que la reforma constitucional no tiene el mismo impacto en Alemania que en España con lo que quizá hubieran podido buscar otra vía que fuera menos devastadora para el PSOE, partido que perdió luego las elecciones con el porcentaje de voto más bajo desde la transición, lo cual dio alas e ilusiones a los bisoños de Podemos.
Chavero dedica un muy interesante capítulo a la campaña electoral y a su precampaña de cuatro meses y concentra su atención en el momento culminante, que fue el debate televisado Rajoy-Rubalcaba, en donde este terminó de perder las escasísimas esperanzas que pudieran quedarle de ganar a elecciones (pp. 212/213).
La investigación llega a su conclusión satisfactoria validando sus hipótesis. Los medios en España son beligerantes y, en el caso de la segunda legislatura de zapatero, impusieron un estilo de campaña y una estrategia dominante caracterizada por la conflictividad en todos los órdenes (p. 234). Su resultado es la catástrofe que llevamos viviendo desde 2011 y el riesgo cierto de ruptura del país.