dijous, 25 de juny del 2015

Las elecciones, cuando toque.


Monólogo del indeciso.
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¿Qué hacer, Señor? ¿Adelantar o retrasar? Dame una señal para orientarme entre tanta confusión. Los barones están de acuerdo en pedir el adelanto. Pero mi corazón y mi natural pausado me aconsejan retrasar. Están aquí ya los Presupuestos Generales del Estado (PGE). No sé a quién se le ha ocurrido que son como el milagro de los panes y los peces y ha anunciado que vamos a devolver las pagas que sisamos a los funcionarios al comienzo. Ha sido preciso desmentir y hemos quedado fatal, por más incompetentes de lo que somos. Si presentamos los PGE y no nos pillamos los dedos, dejando las promesas para 2016, les damos más seriedad y no nos comprometemos a nada. En verano se coloca mucha gente y las cifras del empleo serán buenas en septiembre. Y en noviembre recogemos los frutos. Si retrasamos a enero de 2016, los datos del paro pueden ser malos de nuevo. Es decir, quizá sea mejor no adelantar ni retrasar sino dejar las elecciones en noviembre. ¡Qué confuso y difícil es todo! Claro está ya sin embargo que, se adelanten las elecciones o se atrasen o se queden en lo previsto, el candidato seré yo. Eso no hay barón que lo niegue. El adelanto tiene también valedores entre los empresarios catalanes, al menos los que me hablan. Quieren neutralizar la convocatoria secesionista de Mas. Suponen que la coincidencia hará desmerecer la convocatoria catalana o, incluso, obligará a aplazarla a mejores fechas. A diferencia de los andaluces, los catalanes siempre han celebrado sus consultas al margen de las españolas. Es una de las formas de lo que llaman el desenganche y que puede coronarse en las elecciones de noviembre si los soberanistas no presentan candidatos a las elecciones legislativas. También es pensable que las elecciones coincidan. ¿Por qué no? Son convocatorias distintas con finalidades distintas. Cada vez más confusión y desconcierto. Entonces, ¿no es bueno adelantar las elecciones? Por supuesto. Es óptimo si se obliga a las dos opciones emergentes, Podemos y C's a concentrarse en la campaña electoral sin tiempo para capitalizar sus experiencias de gobierno consorte en donde se den. Hay una solidaridad de partidos dinásticos, sobre todo ahora que los socialistas ya están formados como un solo hombre detrás de la enseña nacional, la que une a todos los españoles, catalanes incluidos. No vamos a permitir que los advenedizos  nos estropeen la fiesta. Pero, si se atrasan los comicios, tenemos tiempo de sobra para remontar en nuestras expectativas electorales a lomos de la recuperación económica, mientras los emergentes lidian con las crisis de implantación y crecimiento y el PSOE termina de liquidar sus expectativas en Cataluña con un PSC literalmente sepultado por una banderaza española que le ha caído encima de repente, como el pedrisco en el verano. El peso de esta Gran Nación es considerable. Que me lo digan a mí que ahora ya no sé si adelantar o atrasar las elecciones o dejarlas como están. San Cristobalón me valga, qué dificil es gobernar. Y con Cospedal a mi vera diciendo que no solo es preciso retrasar sino también cambiar la ley electoral para no perder. Y me lo dice ella, que perdió las elecciones, a pesar de haber modificado la ley electoral de su Comunidad. Es que no sabe uno ya qué hacer con un partido tan lleno de sinsorgos en donde quien no ha metido la pata, ha metido la mano y a veces las cuatro patas, como ese asno de Floriano. Señor, dame una señal para ver cuándo dejarán de aparecer ladrones por los pasillos de Génova y podemos presentarnos relativamente limpios ante el electorado porque cuando me inspiraste aquello de "todo es falso salvo alguna cosa", no me advertiste que ese "alguna cosa" era una mar de podredumbre.