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Los españoles resuelven sus asuntos comiendo. Se fundan partidos en tabernas, se conspira en restaurantes. La comida y la bebida andan siempre cerca. Más de un pacto se ha firmado ante un buen cochinillo, regado con abundante vino. La experiencia demuestra que, cuando la gente se acostumbra a comer bien, modera su discurso político, reduce su radicalismo. O este se reduce solo. Estos encuentros, cara a cara, sin micrófonos no son conciliables con los firmes declaraciones de los emergentes de impulsar la publicidad y la transparencia de las decisiones políticas. Negociaciones, sí, dicen los de Podemos de Andalucía, pero con las cámaras grabando y los micrófonos encendidos. Eso con los almuerzos hispanos casa poco.
Además estos encuentros y comidas de tanteo entre los líderes son inútiles porque su capacidad para establecer normativas como lineas generales de los respectivos partidos en toda España es relativa. En algunos casos los políticos locales aceptan las normas generales de la dirección; en otros, no. Porque cada nivel de gobierno en España es un mundo. Los socialistas andaluces están casi en estado de rebeldía frente a los españoles. Aguirre frente a Rajoy y a todos los demás dirigentes de su partido y también Podemos y C's registran sobresaltos en su interior, disensiones y críticas. Los dirigentes pueden comer lo que quieran. Luego, sus gentes en los diferentes lugares, harán lo que les parezca en función de las condiciones específicas del sitio, que no tienen por qué coincidir con las de otro. Y, a los postres, los gerifaltes deciden dar "rienda suelta a sus barones territoriales". Como si pudieran hacer otra cosa.
Hay que constituir 8.000 gobiernos locales, más las correspondientes diputaciones provinciales (que suelen olvidarse y es en donde más se roba y caciquea) más 13 comunidades autónomas. Es evidente que va a caer mucho cochinillo y abundante vino tinto. Y mucho conciliábulo, y mucha presión, y juego sucio y escándalos mediáticos de todo tipo. En estas administraciones que ahora se renuevan se concentra gran parte del poder mafioso de tramas delictivas que llevan veinte años actuando y falseando toda la realidad política del país. Financiados con dineros de la Gürtel o de la Púnica o de Sebastopol, los triunfos del PP son ilegítimos por ilegales. El propio gobierno lo es.
Pero ustedes sigan comiendo. Hagan La grande bouffe.