Los amigos de Izquierda Socialista de Guadalajara me han invitado a participar en un acto en conmemoración de la Segunda República, según puede verse en el cartel de la izquierda en el que, además, han tenido la generosidad de añadir un castizo José a mi nombre.
Mi cometido en este acto es el que se marca a la derecha: "visión general de lo que representó la II República". Lo tengo fácil. La II República fue el último régimen legítimo que tuvo España. Los 40 años de dictadura del general golpista y genocida, fueron una ignominia. La segunda restauración borbónica que le ha sucedido, primero en la figura de Juan Carlos I (llamado Campechano) y luego en la de su hijo, Felipe VI (llamado Preparao)tampoco es enteramente legítima. De las tres legitimidades que cabe aducir aquí, esto es, la franquista, la dinástica y la popular, solo operan las dos primeras. La tercera brilla por su ausencia. Franco nombró sucesor "a título de Rey" a Juan Carlos I, después de que este jurara fidelidad a los principios del llamado Movimiento Nacional. Es decir, tanto él como su hijo cuentan con la legitimidad del 18 de julio, un golpe de Estado militar-fascista en contra de su propio pueblo. Y con ella siguen.
Habiendo abdicado en su hijo Juan Carlos I, su padre, Juan, le confirió la legitimidad dinástica. Y esa es la que este régimen tiene porque carece de la popular. Nunca se sometió a referéndum ni consulta democrática la existencia de la monarquía en España, sino que entró de matute en el referéndum de la Ley para la Reforma Política de 1976. La trampa consistía en que, si se votaba "no" a esa ley, se votaba "no" a la democracia. Al votar "sí" a la democracia, la gente tuvo que tragar la figura del Rey. Más miserable, ruin y ramplona no puede ser la forma de restablecer a los Borbones en España.
Por mi parte, entiendo que el espíritu de la II República y lo que esta trajo a España se resume en tres grandes apartados: a) avance en la emancipación de las mujeres; b) reformas civil, militar, religiosa y agraria; c) expansión y consolidación de un sistema educativo universal público y gratuito.
Los republicanos sabían y sabemos hoy que la educación es el puntal de una sociedad moderna, avanzada y libre. Por eso la suprimieron los fascistas y por eso tratan de suprimirla de nuevo sus herederos ideológicos, los gobernantes de la cleptocracia actual.