dijous, 30 d’abril del 2015

Ciudademos.

Las declaraciones y posterior dimisión de Monedero han levantado la consabida polémica. La derecha ya se relame de gusto, sin saber, como siempre, que es la menos interesada en que Podemos reviente. En la izquierda también se felicitan sin mucho sentido común porque pierden un aliado. Y la prensa se llena de yoyas o gente que ya lo veía venir. De nuevo Palinuro se niega ejercer de tal, pero sí recuerda su vaticinio de que Podemos no llegaba a las elecciones de noviembre. Si acaso, ahora empieza a dudar de si llegan a septiembre e, incluso, a mayo.

El episodio es un ejemplo de manual del aprendiz de brujo con un par de matices y novedades. Veámoslas distinguiendo entre cuestiones de forma y de fondo.

De forma. Podemos desafió le vieja sabiduría política de que, si uno quiere dejar huella, debe uno tener mucho trabajo hecho y no sentar plaza de oportunista, saltando por eso que llaman los estrategas de esta historia la "ventana de oportunidad". El oportunismo ha tenido siempre el vuelo del zángano.

Había -y hay- una crisis. Aparentemente, una oportunidad. La gente está cabreada. No hace falta reflexionar en serio sobre las causas de la crisis y sus hipotéticos remedios. Basta con cabalgar sobre el cabreo del personal como si fuera una burra. Puede pasar, y ha pasado, que era la burra de Balaam.

Venían elecciones europeas. Adelante. Por todas. Triunfo seguro. De la nada a la estrella de cinco puntas de cinco eurodiputados. Eran elecciones europeas, cierto es, de las que no le importan a nadie y en las que pueden presentarse Ruiz Mateos o el Pato Donald y salen igual, gracias, además, al colegio único nacional. Pero eran elecciones y pusieron a todos los doctos analistas del país a hacer extrapolaciones a cada cual más estúpida.

Había que tomar el cielo por asalto y, mientras se llegaba al empíreo, se tomaba lo más cercano y se llevaba la crítica y la bronca a la zahúrda del enemigo. Había que participar en el espectáculo al coste que fuera. ¿Que si entras en el espectáculo, o sea, la televisión, eres parte del espectáculo y que no hay mucha diferencia entre el payaso que da las bofetadas y el que las recibe porque payasos son los dos? Sí, pero los dioses de la revolución y el alma sencilla del pueblo pendiente de salvación sabrán distinguir.

Además, déjense ustedes de monsergas de letrados: traigan un tipo agraciado, modoso, original, bien encarado y con carisma y medio país seguirá sus dulces trémolos. Si estos, además, son lo suficientemente ambiguos para no molestar a nadie salvo al solitario Polifemo, el otro medio seguirá el ejemplo.

¿Se entiende ya por qué para esta troupe un minuto de televisión vale más que una lectura de El Capital?

¡Ah! Pero ¿qué sucede si sale otro más guapo, más carismático y encantador y doscientas veces más ambiguo, como Rivera? Pues que el personal se va a la otra carpa o sintoniza otro canal y ahora Polifemo eres tú, contando tus ovejas, cada vez menos, peor avenidas y a lupinas dentelladas entre ellas.

De fondo. Todo lo anterior no sería grave si, junto a los trucos de forma, de camerino de tercera y clases de declamación los fines de semana, hubiera un discurso de fondo. Algo de enjundia, propuestas consistentes, en fin, lo dicho, un trabajo a la espalda del que, como decía Picasso, hace inútil la inspiración porque la inspiración esta en él. Y, de ese, aquí, en Podemos, no hay nada.

Lo que hay está plagiado. Todo plagiado. Palinuro lo ha señalado varias veces: en Podemos está todo copiado, desde el nombre del fundador hasta el de la organización, pasando por los círculos, las asambleas, el tic-tac del capitán Garfio, la crítica al régimen del 78, la vaciedad de la distinción izquierda/derecha, el cambio por el ascensor de arriba/abajo, el populismo, etc. Todo. Y el plagio no es como las burras sino como las mulas: estéril. De donde no hay, no puede salir nada. De un discurso vacío, de una estructura ausente, solo salen más vacío y más estructura ausente y mantener como novedad el discurso huero durante año y medio a pleno escrutinio de los medios es un imposible metafísico.

El vacío se ocultaba tras una disimulada hoja de parra. No era que no tuvieran nada que decir, sino que la prudencia les forzaba a no hacerlo por no perder votos. Podemos no era de izquierdas (guiño), pero sí lo era; no era republicano (guiño) pero sí lo era; no era laico (guiño), pero sí lo era; no era proabortista (guiño) pero sí lo era; no era centralista (guiño) pero no se sabe lo que es. Resumen condensado: Podemos no dice nada concreto (guiño) porque no tiene nada que decir ya que lo único que les importa es ganar y no están para perder votos.

Obviamente, aquí hace falta un discurso en positivo, de ese que la izquierda lleva veinte años buscando. No basta con criticar lo existente que se critica solo: la barbarie del capitalismo neoliberal con la estupidez nacionalcatólica de estos franquistas insoportables. Eso lo ve todo el mundo. La corrupción sistémica de la derecha y la ocasional del PSOE, la inoperancia de este. La estafa de la crisis gestionada con criterios de corrupción y clasismo. Todo eso es tan obvio que hasta los curas lo han visto y han tomado prudentes distancias con estos nuevos fascistas de misa y olla en Suiza. Hace falta algo más. Hace falta elaborar teoría.

Pero ¿no son estos los que venían con un atracón conceptual, cargados de brillantes interpretaciones provistos de la teoría que, como la filosofía, se convierte en un arma "cuando encarna en las masas"? No son los que convierten cada mitin en una clase teórica por la que vuelan Laclau, Mouffe, Gramsci, Negri, Butler, todos bajo el alma protectora de Lacan? ¿No eran los que apresaban la complejidad contemporánea en felices fórmulas capaces de encarnar en el pueblo?

Serán, pero el resultado está a la vista: pura verborrea neocomunista y seudomarxista. De masas, poco; de asaltar los cielos, nada y de capacidad para explicar la crisis y proponer medidas para salir de ella, menos que nada.

Por eso, desesperados, tras repetir durante seis meses los incalificables ergotismos de Laclau, acudieron a la fuente nutricia de la teoría revolucionaria a la par que ejemplo de integridad revolucionaria, Anguita, en busca de inspiración... Y Anguita, fiel a sus neurosis juveniles, aportó su gran hallazgo teórico: la culpa de todo la tiene el PSOE. Y con Anguita vino, cómo no, la bronca inevitable en toda organización comunista compuesta por más dos militantes. Así, el resultado fue espléndido: Podemos no alcanzó a compensar su indigencia ideológica y teórica pero sí consiguió hundir sus últimas esperanzas de constituir una auténtica nueva izquierda, no contaminada de la vieja socialdemocracia y el acartonado comunismo de origen estalinista.

Según parece, Monedero dice sentirse engañado. Palinuro volverá sobre esto en breve porque, en su opinión, el engañador es Iglesias y no solamente ha engañado a Monedero, sino a mucha, mucha más gente y de aquí van a derivarse consecuencias por ahora imprevisibles.

Podemos quizá no llegue a noviembre, pero lo interesante ahora es qué haran todos los tránsfugas y mutantes de la vieja IU que emigraron como las tribus indias de las praderas en busca de nuevos pastos y se encuentran ahora que la tierra prometida es puro pedregal, secano, un solar urbano lleno de basuras, un dumping ground sin perspectiva alguna. Volver a la casa del padre es humillante. Quedarse con estos zascandiles, impropio de la seriedad y gravedad de sus convicciones.

Lo dicho, Palinuro volverá en breve. Entre tanto, tengan paciencia los conversos.