Según algunos medios, las primeras declaraciones de Bárcenas, al estrenar su semilibertad, son irónicas o cínicas o sarcásticas. "Le he hecho caso a Rajoy, Luis ha sido fuerte". Husmean la amenaza. Desde luego, el empleo de la tercera persona resulta algo extraño. Es como si Luis Bárcenas autor hablara de Luis Bárcenas personaje, un poco al estilo de Pirandello. Solo el tiempo dirá si se trata de una licencia literaria o, durante los 19 meses de prisión, el hombre ha sufrido un desdoblamiento de la personalidad y seguirá hablando de sí como si fuera otro. La declaración subsiguiente "el PP no tiene nada que temer" justo cuando en ese partido no les llega la camisa al tiempo, sí que suena como a reto. No es agradable la visión de un futuro en el que el destino de tanta gente importante dependa de lo que declare un hombre de cuyo nombre nadie quiere acordarse.
Pero no hay lugar. La excarcelación de Bárcenas y las maniobras procesales de este pueden posponer la apertura de la vista oral hasta después de las elecciones de noviembre. Justamente la jugada táctica de La Moncloa. El mensaje por SMS de Rajoy, Luis sé fuerte adquiere ahora su significado y, rendido a sus pies, Bárcenas reconoce haberlo sido, haber sido fuerte. La fortaleza que Rajoy le pedía en su SMS es la tercera virtud cardinal de la Iglesia. Las otras, Prudencia, Justicia y Templanza, ya habrá tiempo de practicarlas. La Justicia puede esperar, puesto que la Esperanza es, a su vez, una de las tres virtudes teologales.
La Templanza quizá sea ahora la más sometida a tensión. Porque si Bárcenas ve que lo tratan como a un apestado, que no le dejan salir por la tele, que lo criminalizan, puede perder los nervios y hablar. No es imprescindible que lo lleven a las tertulias a pontificar sobre las cuestiones de actualidad, aunque tendría mucha audiencia, pero a lo mejor no conviene acorralarlo.
Un partido y un gobierno pendientes de lo que pueda decir o dejar de decir un presunto delincuente en libertad bajo fianza.
Es deprimente.