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Al margen de las consideraciones -las habrá en abundancia- sobre el relieve del personaje, hay dos consecuencias inmediatas de la defenestración: a) la escuadra de columnistas y opinantes se moverá; b) la opción aguirrista en el PP pierde una posición importante.
Eso nos lleva al terreno en que parece estar jugándose esta partida. La lucha por el PP. Que Rajoy -según parece- acelere la caída de Pedro J. puede significar que entabla el combate final por el control del partido frente a la vieja guardia en torno al combativo Aznar. La rebelión del delfín. El farol del presidente: el terror de la derecha a la escisión, supone él, consolidará su posición y Aznar, ya es hora, pasará a la historia. En este momento tiene en sus manos tres bazas: la lista al Parlamento europeo y las candidaturas a la comunidad y la alcaldía de Madrid. Muchas carreras, muchas expectativas para que nadie se mueva.
La primera víctima en este conflicto interno del PP es Pedro J., un afuereño. Pero un afuereño que ha sido más importante que muchos ministros y compartió los momentos de gloria desde el balcón de Carabaña.