Según decrece el estrépito ensordecedor del descarrilamiento en Santiago, se desgasta el morbo y la tragedia se instala ya para siempre en el ámbito invisible de las vidas privadas, vuelve a oírse el sobresaltado latir de la vida pública española.
La sempiterna cuestión catalana ha adquirido forma epistolar. Mas ha enviado una carta a Rajoy diciéndole se sirva acordar con él el referéndum de autodeterminación del que Rajoy, como de Bárcenas, no quiere ni oír hablar. Mas sabe que la carta no obtendrá respuesta positiva pero la envía curándose en salud cuando le toque justificar su convocatoria unilateral, aduciendo que él siempre intentó dialogar. Esa misiva es sobre todo de consumo soberanista interno. Sirve para mantener unida a CiU y mostrar que la Generalitat ejerce la iniciativa, bien que espoleada por ERC. Una vez que las cosas llegan a lo espistolar están graves. Entretenido con el barullo Bárcenas, Rajoy no se ha dado cuenta todavía del empuje que trae la cuestión catalana, acicateada por el próximo referéndum en Escocia. En Cataluña hay una marea soberanista que Artur Mas quiere capitanear. El Consejo para la Transición Nacional, un órgano ad hoc para materializar esa transición a la nación, ha advertido al Honorable de que puede acabar en la cárcel. Y eso que el Consejo no ha echado una ojeada a Twitter. En Twitter no solo quieren a Mas en la cárcel; lo quieren ya fusilado.
Pero Rajoy está en otras cosas, como le gusta decir cuando quiere hablar mal esquinadamente de alguien, que es la mayor parte del tiempo. Por eso ha enviado a contestar oralmente a su vicepresidenta, Sáenz de Santamaría quien no se ha apartado un milímetro de la doctrina oficial: "No". Para vestirlo un poco, tras recordar que la Generalitat ya tiene paralizada una declaración de soberanía, avisa de que lo que llegue de Cataluña lo enviarán directamente al Tribunal Constitucional (TC), con la unción de quien se remite poco menos que al juicio de los dioses. Justo en lo que quizá sea la hora más negra de ese órgano con un presidente que ya debería haber abandonado el cargo y dimitido de la condición de magistrado del TC.
El asunto empezó siendo una cuestión jurídico-política, bastante chusca pero con cierta dignidad. Palinuro, que entendía que la posición de De los Cobos era inmoral pero no ilegal, ha cambiado de parecer, convencido por mejores razones y cree que, en efecto, también es y era ilegal. Su dimisión no es conveniente ni oportuna ni prudente. Su dimisión es obligada. Y cuanto antes, mejor mientras salen a luz informaciones que van dibujando en el caso De los Cobos los perfiles bárcénigos y gürtelianos del PP. El hombre ocultó su militancia mientras tomaba decisiones que afectaban a su partido. Y también ocultó que no era una militancia de base sino de fuste y hasta capitel, con frecuentes colaboraciones con la fundación FAES; entre otras la reforma laboral que su partido está aplicando y sobre la que quizá tenga que pronunciarse como magistrado. No es un mero militante. Es un ideólogo y hasta puede decirse que un dirigente del partido que de forma tan torticera lo ha aupado en donde está.
Pero las ocultaciones no acaban ahí. También ocultó, al parecer, su condición de administrador único de una empresa de asesoría que, según informa El Plural, pudo haber contratado con el PP y la CEOE. O sea, que ya hemos abandonado las finas cuestiones jurídicas para entrar de lleno en el estilo de la casa del reparto de la pastuqui. Se nota hasta en el curioso nombre de Labour Prospectives, en un inglés macarrónico muy similar a los nombres de la trama Gürtel, un título que sirve para enmascarar una empresilla que, según va sabiéndose, solo contrata con .un cliente o dos, en régimen de monopsonio. Es decir, ya están aquí las contrataciones, las facturaciones de una u otra forma, los dineros públicos en danza, parte de los cuales pueden haber ido a parar a los bolsillos de este nuevo personaje.
La triple condición de militante, posible proveedor y magistrado del TC, hace que la figura de De los Cobos valga su peso en oro desde el punto de vista del PP. Desde el punto de vista de la justicia, de la democracia y del Estado de derecho, puede ser su peso pero en plomo. Lo curioso es que, reveladas las trampas del nombramiento de De los Cobos, Rajoy haya defendido públicamente que ese nombramiento se atiene a la ley. Lo cual demuestra dos cosas:
Primera: acostumbrados el gobierno y su partido a arrostrar acusaciones tremendas, a habérselas con los casos más escandalosos de corrupción que los salpican personalmente, fueron y son incapaces de ver el carácter absolutamente inaceptable de la peripecia de De los Cobos en el TC. Probablemente les pareciera cuestión menor.
Segunda: Rajoy no está para nada ni para nadie porque tiene todas sus fuerzas concentradas en buscarse salidas procesales. Por eso sus respuestas son meras perogrulladas. En el nombramiento del TC se ha cumplido la ley cuando en realidad no es así ni mucho menos. Pero es dudoso que el hombre, obsesionado con el innombrable, se entere de lo que responde cuando le preguntan.
Hacer depender la cuestión catalana de ese TC es imposible, teniendo en cuenta, sobre todo, que la Generalitat va a recusar al presidente.
Y este es el Rajoy que comparece el próximo 1º de agosto.