dimecres, 24 de juliol del 2013

Nivelón.


Las redes son laberintos demoníacos. No hay día en que alguien no la arme en Twitter. En el fin de semana, un subjefe de la marca España, un señor Fago, diplomático de profesión, era fulminantemente destituido por haberse dirigido a los catalanes como catalanes de mierda, algo que, por lo demás, se lee mucho, aunque no en tuits de personajes tan encumbrados. Ayer Toni Cantó, actor valenciano (creo) y diputado de UPyD se metía con los defectos de dicción de Rajoy y tuiteaba No queríaish comparecencia? Puesh osh la voy a poner el día uno d agoshto,a ver como osh lo montáish con vuestrash familiash. Unos tuits más adelante, el hombre, que tiene más de 130.000 seguidores, se disculpaba. Cualquiera que mire Twitter verá que esa burla está muy extendida. Es verdad que tiene un punto de crueldad meterse con la dicción del presidente, pero también lo es que los políticos debieran esforzarse algo más, dado que lo suyo es, básicamente, hablar. Debieran tomar clases de retórica, de oratoria, ¿por qué no, de dicción?

Se ha perdido la costumbre de hablar bien o, cuando menos, de intentarlo; eso se nota y no ayuda en nada a prestigiar a esta gente que no tiene la estima muy subida. Porque uno puede hacer caso omiso de los defectos de dicción que, al fin y al cabo, suelen venir de la infancia. Pero ¿cómo nos sentimos cuando otro con dicción normal nos abruma con sus posicionamientos, mireusté, sus poner en valor, sus crecimientos negativos, sus "le digo sinceramente", sus "razonablemente optimistas", sus "como no podía ser de otra manera", sus permanentes "apostar" o entrar a valorar y no digo nada de conquistar el futuro, pasar página, sumar y no restar (todavía no han llegado a la multiplicación y la división), sus no temblarles los pulsos y sus poner las manos en el fuego que generalmente se les queman. En esto Rajoy es un consumado maestro. No es cosa de dicción, es cosa del concepto. Cada vez que toma la palabra se despacha con una sarta de simplezas, perogrulladas y vaciedades del tipo de: el gobierno no perderá el rumbo, nadie me va a apartar de mi tarea, gobernaré como Dios manda, con sentido común, España es una gran nación, el gobierno respeta las decisiones de los tribunales (como si pudiera no hacerlo) o nadie puede gastar más de lo que tiene, lo cual es falso en una economía basada en el crédito.

En realidad es un nivel propositivo muy cercano al de las peras y las manzanas de la alcaldesa de Madrid, cuya capacidad mental es inversamente proporcional a la rapidez con que se enfurece cada vez que alguien la contradice. Probablemente por eso fueran tan amigos en el pasado, aunque el de Pontevedra es más pacífico y sosegado, más bovino. Con todo, en mitad de huracán Bárcenas, ya ni eso es seguro. La vida es un permanente desengaño. Lo sabe muy bien la Dueña Dolorida que jamás pudo sospechar el abismo de maldad en que operaba el "delincuente" Bárcenas. He aquí otra que también obraría con prudencia si fuera menos agresiva, sobre todo con el lenguaje. Es una máquina de soltar adverbios terminados en "mente". Y cuando digo "soltar", modero el verbo.

Con estos palos construye Rajoy su estrategia discursiva. Tiene poco donde elegir, pero lo que elige lo elige para embarullar, mixtificar , hacerlo todo más oscuro e incomprensible y, en definitiva, para escabullir el bulto. Comienza por afirmar que comparece "a petición propia". Lleva siete meses negándose a comparecer y ahora dice que lo hace a petición propia cuando obviamente lo han  arrastrado tirando del ronzal porque le da pánico escénico. 

Asegura ser consciente de que hay una "legítima" preocupación en la sociedad. También ha tardado siete meses en enterarse. Y en cuanto si la preocupación de la gente es legítima, él dice que sí pero su alter ego, la Dueña dolorida  dice que no,  que esa "preocupación" es innoble agitación ambiental de demagogos contra un PP que es cristalino y un presidente, dechado de acrisoladas virtudes. Es la agitación de la Antiespaña.

La estrategia de estos pillastres que hablan de política, la patria, la Nación, el empleo, España pero solo piensan en sus bolsillos y en cómo llevárselo crudo es siempre la misma: tú niégalo todo, rechaza la evidencia una y otra vez con rostro de piedra hasta que llegue el momento de ponerse al frente diciendo que eso que antes negabas es lo que llevas defendiendo toda tu vida.

Conceptos, prácticas sociales inveteradas como la verdad, la sinceridad, el compromiso, la integridad, la honradez, la palabra dada, la entereza carecen ya de valor en este magma de estupidez y granujería en que se ha convertido el gobierno de España de la mano de un hombre cuya dignidad está a la altura de su veracidad. 

En su permanente enredar y amañar las cosas, Rajoy pretende que en su comparecencia se hable de economía y, si le dejan, de toda las secciones de un diario, incluidas las recetas de cocina y el horóscopo. La oposición se niega a la intención subrepticia de diluir el asunto Bárcenas con el cuento de hablar de la economía y la labor del gobierno. Hace bien y le brindo un razonamiento para su actitud: ¿de qué economía y gobierno quiere hablar este señor si es evidente que no gobierna, que no tiene tiempo para gobernar, porque se pasa el día ideando estrategias para salvarse a sí mismo? Una estrategia al servicio de la cual ha puesto los intereses del país que no son otros sino que él y la gente como él se aparten de la vida política. Que ya está bien de mangantes y sinvergüenzas.

Bueno. Mañana hablo de Picasso.