dimarts, 30 de juliol del 2013

Al pan, pan y al vino, vino.


"Llamaré al pan, pan y al vino, vino". Mentira. Ni siquiera llama Bárcenas a Bárcenas.

"Daré la cara". Mentira. Dio el plasma.

"No tocaré la educación ni la sanidad". Mentira. Las ha dejado hechas unos zorros.

"No subiré los impuestos". Mentira. Los ha subido todos.

"Cuando yo gobierne, bajará el paro." Mentira. Ha subido.

"No tocaré las pensiones. Mentira, las ha desvalorizado, las ha desprotegido y se apresta a recortarlas.

Con ese elenco de embustes a la espalda resulta difícil esperar algo parecido a la verdad en la comparecencia del 1º de agosto, en torno a la cual gira toda la vida política española y parte de la europea.  Sí, sí, parte de la europea. Téngase en cuenta que Europa es un lugar en donde un ministro dimite por una multa de tráfico en lugar de espetar "usted no sabe con quién está hablando" al agente multador. En donde otro dimite por haber aceptado una donación dudosa de 435 € o algo así, es decir, la centésima o la milésima parte de lo que Rajoy puede haber cobrado en sobresueldos, según sostiene el Innombrable.

Rajoy comparecerá a petición propia, dice, luego de siete meses de escurrir el bulto y ante el anuncio de una moción de censura. Comparecerá y colocará el habitual discurso, trufado de perogrulladas, lugares comunes y meras invenciones: 1) está volcado en sacar a España de la crisis. 2) Hemos tocado fondo y ya se atisban en lontananza signos esperanzadores. 3) El gobierno seguirá haciendo lo que ha hecho hasta ahora: las reformas que España necesita. 4) Lo que España no necesita es distraerse con las insidias de algunos y las acusaciones falsas de algún otro. 5) Todo cuanto se dice en los papeles de cierto señor es falso. 6) Piensa seguir dirigiendo la nave con pulso firme hasta las próximas elecciones. 7) Cumplirá el mandato que le dieron los españoles. 8) Y colorín colorado.

La oposición, que lo ha forzado a comparecer a regañadientes, se pregunta qué podrá hacer una vez se haya consumado la ceremonia de la confusión. Y confusión hay un rato largo. CiU apoya el proyecto de Ley de Transparencia del gobierno, con igual, nulo, sentido del ridículo. Si a alguien no se le puede conceder crédito alguno en materia de transparencia es al PP y a CiU; justo los dos firmantes de la norma.

Pero, antes de preocuparse por lo que suceda después de la comparecencia, preocúpense las izquierdas por la comparecencia en sí misma. Ambas insistirán en pedir la dimisión de Rajoy cosa de todo punto obligada. Pero, además de pedir la dimisión, tienen que decir por qué. No ha lugar a debatir sobre la crisis, las reformas, Europa o la prima de riesgo, pues la comparecencia es monográfica sobre los papeles de Bárcenas. Y lo que Rajoy debe refutar es la convicción generalizada de que tiene un partido que más pareciera una asociación de malhechores, que ha ganado las elecciones haciendo trampas, que ha expoliado las arcas públicas durante años con un sistema organizado de corrupción a base de cargos públicos corruptos y empresarios no menos corruptos, que ha estado repartiendo sobresueldos como dividendos de la ilegalidad durante años, que uno de los más beneficiados por ese reparto de dividendos estilo mafioso pudiera haber sido el mismo Rajoy.

También pueden exponerlo en términos más literarios, burlescos, jocosos, llamando de verdad a las cosas por su nombre: una corte de logreros y mangantes que se sirve de una organización partidista para organizar y llevar a cabo sus fechorías. Aparte de las que se cometieran en los tiempos de Aznar -los personajes de la Gürtel aparecen originariamente ligados por vínculos de amistad con su círculo íntimo- es en las Comunidades Autónomas gobernadas a veces por más de veinte años seguidos por el PP, en donde parecen haberse cometido las mayores tropelías. Las CCAA brindaron la imprescindible red de caciques para generalizar la corrupción, el mangoneo, la malversación, el cohecho a todos los niveles de la administración. La ridícula epopeya de los AVEs sin viajeros, las autopistas sin coches, los aeropuertos sin aviones, los museos, las ciudades de la cultura, los centros planetarios sin visitantes, todo ese desmadre de sinvergüenzas e ineptos que, además, han saqueado y llevado a la ruina el sistema de cajas de ahorro se coció en las CCAA del PP, en donde la Gürtel, Urdangarin y Bárcenas ejercían el señorío con derecho a mordida, aquí llamada comisión, allí gastos de representación, allá sobresueldos y acullá gastos de compensación. O sea, trinque.

Efectivamente, al pan, pan; al vino, vino y al chorizo, chorizo. Traten ustedes, amables lectores, de explicar a los europeos que un secretario general del partido, como Javier Arenas, pueda haber estado alojado temporadas enteras en el Palace de Madrid a gastos pagados (incluidas comilonas de 2.000 €, tres veces el SMI mensual), al tiempo que recibía su sueldo y su correspondiente sobresueldo íntegros. Traten de explicarles que el interesado no dimite.

Para ir preparando el discurso bien puede la oposición preguntar a Rajoy directamente si él ha cobrado sobresueldos, cuántos, cuánto, cuándo y por qué conceptos. Las cosas por su nombre. No se pierda el tiempo. Pregúntenle también por Arenas. Y por los 200.000 misteriosos euros que salieron, presuntamente, de las próvidas arcas de Bárcenas camino del PP de Castilla-La Mancha pero se han desvanecido por el camino, como hacían el oro y la plata de las Indias, que nunca llegaban a España o, si lo hacían, era de paso. Cospedal, la Dueña dolorida, está amargada de tener que ir a declarar ante el juez y, en justa e iracunda reacción, se niega a hacerlo en sede parlamentaria. Sobre todo, pregúntenle por qué motivo, una vez Bárcenas, ya imputado, hubo de abandonar sus cargos en el Parlamento y el partido, se le mantuvo despacho, coche, secretaria y sueldo que se prolongó en diferido hasta hace nada.

Pregúntenle por qué mintió por enésima vez cuando aseguró que el Innombrable no trabajaba para el PP cuando, en realidad, estaba haciéndolo de la forma que mejor conoce: chantajeándolo. Si no, ¿de qué le conservan los privilegios y las bicocas?

Bien. Y ¿qué hacer -se pregunta la oposición- cuando Rajoy diga que el destino le llama a cumplir con su deber de sacar a esta gran nación del pozo en que la metieron los sociatas? Es obvio: presentar la moción de censura. ¿Y cuando, presentada la moción, sea derrotada? Entonces sí, entonces habrá la oposición parlamentaria agotado los cauces ordinarios. Será cosa de escuchar a la extraparlamentaria, la que lleva dos años articulándose en la calle. Para dar mayor crédito a su gesto, la parlamentaria debe considerar la posibilidad de proceder a plantes, ausenciasy otras formas de protesta en contra de la apisonadora de la mayoría absoluta del gobierno. La retirada al Aventino que aquí podría ser a la sala de los pasos perdidos. 

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).