dimecres, 3 d’abril del 2013

Nueva aparición mariana o la Política 0.0

Plasmariano lo llaman las redes, corralas de ingenio y maledicencia. Apariciones marianas, como las de la Virgen, en la lejanía, en lo alto de un enebro, cual la Virgen de los enebrales, o arriba de un podio en vera efigie en una pantalla de plasma. Esas sesiones dan lugar a escenas pintorescas, como esa de los cámaras filmando una pantalla de televisión. Los descreídos -cada vez más en este siglo de pecado, que diría Fernández Díaz antes de mandar detener a todo el mundo- dirán que el presidente huye de la prensa, se esconde de la gente, se parapeta tras una pantalla.

Pero nada es menos cierto. Rajoy tiene un sentido borgoñón de la mise en scène. Necesita ceremonial y boato. Si le pusieran un pebetero a cada lado de la pantalla, quemando aromáticos óleos, la cosa sería perfecta. También la Virgen suele aparecerse con aparato, querubines y pajarillos trinadores. No se le ocurre a María convocar una rueda de prensa ni ir a la barra de un bar a hablar de política. Generalmente tiene un mensaje importante que transmitir, alguna profecía de particular momento y eso requiere tramoya.

Rajoy, plasmariano, no va a ser menos. Igualmente tiene a bien aparecerse entre nosotros, mortales, una o dos veces al trimestre, a regalarnos con su efigie y su incontestable y claro verbo. Y ello porque siempre trae también un mensaje importante. En la última aparición se supo que él nada tiene que ver con las imputaciones de Bárcenas. En la de hoy se nos informará de que Bárcenas no existe, que no ha existido nunca, que es un ser fabuloso, producto de la leyenda negra y que, si no aparece en la recopilación de Julián Juderías es porque, por entonces, no se habían inventado las cuentas en Suiza.

No existirá o será una encarnación del Maligno, un trasgo juguetón o una odiosa presencia imprecisa al estilo de los seres de Lovecraft, pero, malhaya, deja huellas, escritos de su puño y letra, escritos cuya autoría barcéniga negaba enfáticamente el PP y ahora, sin embargo, admite, explicando que el inexistente Bárcenas, sí, redactó las cuentas, pero con la intención de chantajear al PP. Ignoro si Rajoy mencionará este asunto y si suscribirá la estúpida tesis del chantaje. Si lo hace, estará claro una vez más hasta dónde llega. Porque, teniendo en cuenta que se trata de apuntes de hace unos años, ahora parece claro el origen de la fortuna de Bárcenas en Suiza, los viajes con los bolsillos repletos de pastuqui: puede ser el fruto de la extorsión al PP durante ese tiempo. Conclusión: había materia de chantaje. Bárcenas da la impresión de tener al partido y a su presidente literalmente a su merced.

Esta situación es bochornosa. Por el comportamiento de Rajoy, da la impresión de que los papeles de Bárcenas son ciertos y que quizá tengamos de presidente a uno que ha cobrado dineros ilegales en el pasado. Ya puede decir este hombre lo que quiera a la Junta Directiva Nacional de su partido. No serán muchos quienes lo crean ni siquiera en este órgano.

Esta es la época de la Política 2.0, en la que la relaciones son bidireccionales, esto es, los políticos hablan a la gente y la gente a los políticos y se produce un diálogo permanente, no un monólogo, con la participación de los medios de comunicación tradicionales, que arrastran una situación crítica, en concreto la prensa de papel. Lo importante es que el debate es multidireccional. No había terminado Draghi, el gobernador del Banco Central Europeo, de colocar a los asistentes a la última cumbre, jefes de Estado y de gobierno, una presentación ppt cuando salió un profesor de Macroeconomía, Andrew Watt, demostrando que la presentación de Draghi era falsa, más falsa que un poema de Ossian, quizá intencionadamente falsa. Ahora ambas cosas, la mentira de la presentación con el fin de bajar los salarios, y la crítica de Watt, se encuentran libremente en la red.

Eso es política 2.0, de lo que Rajoy quiere huir como de la peste. ¿Cuánto le duró su última trola sobre la cuantía del déficit? Horas. ¿Lo oye usted? ¡Horas! Así no hay quien viva, hombre. No da tiempo ni a fumarse un puro, caramba. Por eso, qué duda cabe, es más desentidocomún y comodiosmanda, volver a la pantalla del NO-DO. Como en los placenteros tiempos del caudillo: se manifiesta este en pantalla a su amado pueblo, da las consignas de rigor, suena el cornetín de órdenes y cada mochuelo a su olivo otros dos o tres mesecitos, a ver si escampa.