Víctor Manuel Muñoz (Coord.) El pensamiento politico del siglo XXI. Sevilla: Aconcagua. 203 págs.
El miércoles pasado celebramos un homenaje en memoria del prematuramente fallecido sociólogo Antonio Valle, profesor que fue de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla. En realidad el homenaje ya se lo habíamos hecho, más al modo académico, escribiendo entre varios el libro que viene aquí a comentario. Pero como este tipo de colaboraciones suele ser azaroso, las tareas de edición e impresión enrevesadas, las decisiones administrativas sobre la financiación del empeño lentas y atribuladas, cuando el libro por fin vio la luz, había pasado tanto tiempo desde el fallecimiento del homenajeado que juzgamos posible rendirle tributo por segunda vez en la capital del Reino, razón por la cual, varios de los autores de la obra se desplazaron a Madrid. Tuvimos entonces una recoleta reunión que el Colegio de Politólogos y Sociólogos, bajo la siempre generosa dirección de Ruiz de Azúa y Lorenzo Navarrete, acogió sin dudarlo. Allí pudimos hablar sobre Antonio Valle, su fuerte personalidad, su magnetismo, su carácter de santo laico. Estaban sus dos principales discípulos, Víctor Manuel y Antonio Pérez, quienes narraron algunas anécdotas que contribuyeron a hacer más interesante la figura del homenajeado.
El libro en sí mismo, titulado Pensamiento político del siglo XXI, hace referencia a unas jornadas del mismo título que Antonio Valle organizó hace unos años en la Universidad de Sevilla y que tuvieron cierta repercusión. Pero su contenido desborda bastante este límite. En realidad, de los siete ensayos que componen la obra, solo tres podrían encajarse en la determinación de "pensamiento político" y únicamente uno se ciñe al siglo XXI. En concreto, el de Joaquín Alcaide Cabrera, Pensamiento sociopolítico y Unión Europea. Es un denso, minucioso y brillante ensayo sobre la evolución última de la UE que deja por último como una cuestión abierta entre dos posibilidades de desarrollo no igualmente deseable, para que el lector decida por su cuenta: de un lado, la construcción de un modelo europeo más o menos condicionado por el neoliberalismo y de otro, el mayor o menor apego a la permanencia del Estado-nación.
De los otros dos trabajos más de pensamiento político, uno de ellos, escrito por Palinuro, acerca de La juventud y su estética, no ciñéndose a la época ni a la región y bebiendo en todo tipo de fuentes actuales y antiguas, europeas y no europeas, trata de llegar a algunas conclusiones respecto a los rasgos específicos de la estética juvenil que ha pasado de ser prácticamente marginal a hegemonizar buena parte de las tendencias y convicciones de nuestro tiempo.
El segundo ensayo, de Juan Maestre Alfonso, Utopías y futuribles, es una pieza magistral sobre el pensamiento utópico. Siendo como soy aficionado a este subgénero del pensamiento, a caballo entre la teoría política y la literatura, me congratulo de haber leído este trabajo que muestra una síntesis clarividente del proceloso tema utópico, del que todos creen que pueden hablar y, en realidad, así es. Maestre emplea el término futuribles para designar los escenarios por venir. La experiencia muestra que no son posibles predicciones a largo plazo y, por tanto, ya convencidos de que ningún utopismo ha sido capaz de traernos aquella quimera que se llamó el hombre nuevo, los futuribles -que muchos considerarían en realidad distopías- son multidimensionales y, en consecuencia, permiten abrigar ideas optimistas y pesimistas respecto al futuro. Para las primeras cita Maestre dos rasgos de nuestro tiempo que encuentra esperanzadores: alto nivel de desarrollo tecnológico y aumento de lo que llama la "capacidad crítica" de nuestras sociedades. Para las segundas, tres fenómenos: el crecimiento de la población, el agotamiento de los recursos naturales y lo que llama "degradación solidaria". El resultado final, una suma de vectores que a veces son opuestos.
El segundo ensayo, de Juan Maestre Alfonso, Utopías y futuribles, es una pieza magistral sobre el pensamiento utópico. Siendo como soy aficionado a este subgénero del pensamiento, a caballo entre la teoría política y la literatura, me congratulo de haber leído este trabajo que muestra una síntesis clarividente del proceloso tema utópico, del que todos creen que pueden hablar y, en realidad, así es. Maestre emplea el término futuribles para designar los escenarios por venir. La experiencia muestra que no son posibles predicciones a largo plazo y, por tanto, ya convencidos de que ningún utopismo ha sido capaz de traernos aquella quimera que se llamó el hombre nuevo, los futuribles -que muchos considerarían en realidad distopías- son multidimensionales y, en consecuencia, permiten abrigar ideas optimistas y pesimistas respecto al futuro. Para las primeras cita Maestre dos rasgos de nuestro tiempo que encuentra esperanzadores: alto nivel de desarrollo tecnológico y aumento de lo que llama la "capacidad crítica" de nuestras sociedades. Para las segundas, tres fenómenos: el crecimiento de la población, el agotamiento de los recursos naturales y lo que llama "degradación solidaria". El resultado final, una suma de vectores que a veces son opuestos.
La otra parte del libro son recuerdos personales de tres de los autores que más trataron y conocieron a Antonio Valle, Secundino González Marrero (La democracia por la que luchó Antonio Valle), Víctor Manuel Muñoz (La vida política de Antonio Valle) y Antonio M. Pérez (La danza de la realidad), tres semblanzas personales, cuajadas de anécdotas, de recuerdos, de experiencias vividas y que nos dejan un cuadro bastante completo de la personalidad de nuestro hombre pero que, además, dicen tanto sobre los autores como sobre el homenajeado. El de González Marrero es un interesante apunte sobre la vida de los estudiantes políticamente activos en los últimos tiempos de la dictadura y los primeros de la transición. El de Víctor Manuel, un intento de sintetizar la trayectoria intelectual de Antonio Valle en el marco de las categorías del pensamiento político. El de Antonio Pérez una original semblanza literaria de su maestro.