Tanto se ha escondido Rajoy en su madriguera que baja la nibelunga a sacarlo de ella. Este es el momento de la verdad para el español que, según manifiesta, espera que el rescate que nos espera sea "suave" y no haya condiciones leoninas. Igualmente confía en alguna vaga promesa de Draghi, el gobernador del BCE de que saldrá a la lonja a comprar deuda. Y esas son todas sus armas frente a la Geldmacht. O sea, ninguna. Es el vencido que pide condiciones, fiado en la merced del vencedor.
El que decía al principio de su mandato que andaba presionando por Europa está ahora desasistido, casi tan desahuciado como él tiene al país y sin poder respirar bajo la losa de la prima de riesgo. Vae victis. Condiciones las habrá y supondrán más retrocesos y sacrificios para los españoles, el género que Rajoy tiene que vender en el interior del país. Y en un momento de elecciones autonómicas, que son las que más le importan porque sigue viendo el mundo con los ojos de presidente de la Diputación de Pontevedra.
Después de tantos cabildeos, cumbres y consejos, de tantos ditirambos a la unión europea, de tanta proclama europeísta y de amor por el euro, de lo que se trata es de ver quién pone el dinero del rescate español y el dinero en Europa lo ponen los alemanes que controlan el Banco Central Europeo. Así que, con la bendición del Banco Federal alemán, aquí están nuestros amigos alemanes a hacer negocios. No me extrañaría nada que a cambio del oro del Rin nos pidieran una prenda. Por ejemplo, Mallorca. Prácticamente ya es suya.
Pero Rajoy no está para estas pequeñeces sino para los asuntos trascendentales, como las elecciones gallegas o la suerte de Uribetxberria. En verdad, este último episodio no se paga con todo el oro del Rin, pero dudo de que una alemana lo entienda. Ni el resto de los europeos. Al margen de los factores humanos, de si la enfermedad y la muerte, lo llamativo del caso es la intransigencia de la derecha. Es tanta que amenaza con provocar una crisis en el PP. Justo lo que le faltaba al gobierno.
(La imagen es una foto de Aleph, bajo licencia Creative Commons).