Últimamente las portadas de El País son editoriales en sí mismas. La forma de redactar los titulares, sus respectivos tamaños y ubicaciones y la foto principal están cuidadosamente escogidas y deben costar tiempo y debates. Es la tendencia que inauguró hace más de un siglo el ABC; el verdadero editorial está en la portada. Hay mucho gente que solo ve del periódico la portada y conviene se entere a primera vista de la consigna del día. Esta técnica se ha generalizado a toda la prensa merced a la televisión. Los programas de noche revisan los diarios del día siguiente y por tales, entienden las portadas que llegan así a muchísima más gente que los diarios en su conjunto.
El secreto del titular de El País está en el adverbio más, que transmite una sensación de gravedad, urgencia, inminente peligro. No sabíamos que Europa estuviera dividida; ahora sabemos que lo está más. La lengua hace maravillas; por ejemplo, reinventa el pasado. Y no solamente la neolengua porque, en realidad, toda lengua es neolengua. El otro titular que acompaña es igualmente revelador: "París y Berlín ahondan sus diferencias en la cita sobre el crecimiento". De nuevo, el truco está en ese ahondan. Nadie había reconocido aún diferencia alguna pero ahora se ahondan. Misión cumplida: Europa está al borde de la ruptura.
Junto al titular, la foto es soberbia. Los dos mandatarios antagonistas principales se saludan sin mirarse. Hollande alza la vista hacia Monti como si estuviera hablando con él y saludara distraídamente a la dama. A su vez esta da cabezazo al estilo germánico pero tiene una sonrisa de retranca teutona que hace temer lo peor. En el fondo, desenfocado, pues la cámara enfoca a Hollande, se encuentra Rajoy como una especie de convidado de piedra. Hablen en lo que hablen el italiano Monti, el francés Hollande y la alemana Merkel, incluso si lo hacen en inglés, cosa que dudo pues los franceses insisten mucho en que se emplee su lengua en los foros internacionales, Rajoy se quedará fuera pues no habla ninguna. La proverbial incompetencia lingüística de los gobernantes españoles es uno de los signos distintivos de la Gran Nación de Rajoy.
La cuestión en debate son los dichosos eurobonos y la función del Banco Central Europeo (BCE). En ambos casos domina la posición alemana: el BCE es prácticamente alemán y de los eurobonos ni se habla. Hay una posibilidad de negociación, consistente en hacer ver a los alemanes que siguen guardando todas sus garantías si ambas instituciones se separan: los alemanes pueden conservar el BCE y permitir los eurobonos o cerrar el paso a los eurobonos pero dejar que el BCE sea más "europeo". Sería una base razonable de acuerdo. Porque es claro que hay que llegar a un acuerdo y un acuerdo político, esto es, uno en el que todos cedan algo.
Además del inconveniente mayúsculo de no entender ninguna otra lengua europea, Rajoy viene muy tocado por la situación del país que representa. La noticia que aparece dentro de la estrella pone los pelos de punta porque da a entender una situación de práctica intervención. Si el FMI y otros órganos (¿cuáles?) fiscalizan la fiscalización que Rajoy ha encargado a no se sabe cuántas empresas de auditorías y agencias de raking, de esas que fallan siempre, es que nadie en el ancho mundo confía en España, en la Gran Nación. A pesar de que Rubalcaba, casualmente en Bruselas, ha hecho unas declaraciones apoyando al gobierno en aplicación de su teoría de hablar con una sola voz en Europa. Espero que el gobierno no piense que se trata de una "monodia trampa".