dimecres, 31 d’agost del 2011

Del diario de un león de las Cortes.

En la base de los leones de las Cortes se lee: ""Fundidos con los cañones tomados al enemigo en la guerra de África de 1860".



Ayer hubo casi un anticlímax en el hemiciclo. Los dos partidos mayoritarios por una vez de acuerdo para reformar la Constitución, seguros de su victoria, no pactaron la reforma con nadie más y provocaron escenas de celos y resentimiento entre los pequeños, sobre todo los nacionalistas, acostumbrados a ser decisivos y reducidos ahora a la función de claque. Los grandes se ponen raramente de acuerdo pero, cuando lo hacen, la arman. Por su prepotencia han conseguido convertir una reforma que tiene más valor simbólico que real (pues se hace para reforzar el crédito de España) y hubiera sido relativamente sencilla, en una cuestión de Estado. De paso han sublevado un amplio sector de la opinión pública, el situado a la izquierda, presumible electorado del PSOE. Han proporcionado la imagen perfecta de la pinza y, más aun, de la coincidencia general de ambos partidos como las dos columnas sobre las que descansa el sistema político al que se acusa de parecerse al de la Restauración, con el turnismo entre los dos partidos dinásticos, leones de la guardia palatina.

También hubo momentos de humanidad y ternura que venían a demostrar que los diputados son como nosotros, los felinos de bronce, y que tienen sentimientos que ayer se mostraron con un gran aplauso cuando apareció Uxue Barcos, que llevaba seis meses ausente para tratarse un cáncer de mama. Fue un placer verla pasar tan resuelta como siempre y prácticamente recuperada. Nosotros también rugimos nuestras felicitaciones a la diputada con todo fervor.

La irritación de los pequeños adquirió a veces encendidos niveles retóricos. El grupo catalanista se abstuvo el entender que se había roto el "consenso constitucional". En todos los años que llevo en las Cortes no he visto a ese mozo llamado "consenso constitucional". No sé cómo va a romperse. Mi olfato leonino me dice que los catalanistas ven que el tope del déficit reza con ellos y que viene a recortarles competencias en concreto la de endeudarse. Pero los tonos más dramáticos proceden de la izquierda que toca a difunto por el Estado del bienestar y afea a los partidos mayoritarios que se allanen al dictado europeo, especialmente alemán y secuestren la voluntad popular. ¡Los herederos de los héroes de la guerra del África en 1860 humillados ante el espectro de los mercados! Porque ese es el espectro que verdaderamente recorre Europa y no el del comunismo.

Y los mercados dicen que si el Banco Central Europeo tiene que seguir comprando deuda española, España debe dar garantías constitucionales de controlar el déficit, esto es, reformar la Constitución, que es lo que ha hecho. Los partidarios de la reforma "express" dicen que así envían un mensaje claro y firme a los mercados de que el país es cumplidor de sus compromisos. Mi naturaleza de rey de la selva me hace desconfiar de estos procedimientos institucionales, artificiales, librescos. Las reformas de la Constitución, las leyes, esos "mensajes" que van y vienen de Trichtet al gobierno y del gobierno a Trichet son gestos vacíos en un mundo de títulos y números, a espaldas de la vida.

La vida es lo que tuve ayer ante mí y tengo hoy, fuera del hemiciclo, la acampada de indignados protestando por la reforma constitucional sin referéndum a la que se ha unido la de los abuelos de la guerra del sesenta y ocho. No hace falta ser león para entender que sus reivindicaciones no son atendibles por la forma ni (en muchos casos) por el contenido. Es más, au actitud se presta al juicio equívoco de que están coartando la acción de los representantes del pueblo soberano, presionando sobre el parlamento y alegando un seguimiento popular que no hay modo de calcular mientras los indignados no presenten sus opciones a votación popular.

Y sin embargo, por toda la experiencia que llevo acumulada en ciento cincuenta años de servicio ininterrumpido a la patria, creo poder decir que este movimiento de los indignados, DRY, 15-M, ahora los jubilados no es nada parecido a lo que se haya podido ver hasta hoy. Es verdad que muchas de las reivindicaciones de los indignados son desesperadamente imprecisas, genéricas y sin una idea aceptable acerca de cómo puedan conseguirse. Pero en otros aspectos organizativos, de permanencia, han resultado ser unos linces. El movimiento está consolidado horizontalmente no a la vieja usanza sino a través de la red, lo que le da una flexibilidad, rapidez de acción y adopción de decisiones que no se puede combatir con métodos pasados. Es un movimiento de nuevo tipo con el que las instituciones no tienen otro remedio que negociar porque, por su estricto pacifismo y su capacidad para hacerse eco de las preocupaciones de la gente goza de un amplio apoyo popular que las autoridades no pueden ignorar.

Dicen muchos indignados y desencantados del PSOE que, con esta última decisión de impedir el referéndum este partido ha acabado de cavar su propia fosa en las próximas elecciones generales del 20-N. Es posible, pero también lo es que los votos que el PSOE pierda por su izquierda (que tampoco son muchos porque esa izquierda ya vota otros partidos) los gane por la derecha al demostrar que es capaz de tomar medidas duras, impopulares en pro de la estabilidad del país; un voto de centro que sigue temiendo más los excesos del PP que los defectos del PSOE.

(La imagen es una foto de micora, bajo licencia de Creative Commons).