Con algo de retraso sobre lo que había vaticinado Palinuro, un incorregible optimista, el cadáver ionesquiano de la Gürtel que ocupa todo el escenario, ha devorado ya su primera víctima, Camps, el triunfador de las recientes elecciones autonómicas. Definitivamente demostrado: las mayorías electorales no sirven de nada ante los tribunales de justicia. El intento populista de tapar la boca de los jueces con puñados de votos ha fracasado. Tomen nota quienes estén tentados de seguir tan desatinado ejemplo. El Estado de derecho funciona.
A propósito, enhorabuena a Ángel Luna, portavoz parlamentario del PSOE en la Comunidad valenciana quien, a causa de su rectitud y sentido del deber, fue el primero en comparecer como denunciado ante la justicia. Una situación absurda provocada por las mañas leguleyas de quienes, no pudiendo defender la justicia de su causa, recurren a triquiñuelas para enredar los asuntos y obstaculizar los procedimientos. Luna es un hombre honrado y cabal y Camps, por lo que parece, no. No todos los políticos son iguales, aunque esté de moda decirlo. De moda y en interés de algunos, singularmente de los políticos corruptos.
Pero Camps no sería Camps si, incluso en momentos cruciales para él, no optara por la decisión más delirante. Dimite de la presidencia de la Generalitat y la del PP de la Comunidad Autónoma, dice, como sacrificio que hace para coadyuvar a que Rajoy sea el próximo presidente del gobierno español. Pero no acepta los cargos, como han hecho ya dos de los cuatro imputados en esta escaramuza procesal de la Gürtel, con lo cual tendrá que sentarse en el banquillo de todas formas en el mes de octubre, más o menos, en precampaña, quizá campaña electoral. Él seguirá siendo Camps y la Gürtel volverá a ocupar todo el escenario. Si eso es coadyuvar a que Rajoy gane las elecciones, ¿qué haría este hombre si quisiera que las perdiese?
La decisión de Camps es tan absurda como todo lo que ha hecho en su condición de presidente, pero ahora es más visible porque todas las miradas del país están puestas en él. Ahora empieza a percatarse la opinión de que un individuo que hace cosas absurdas, disparatadas, quizá no esté del todo bien de los nervios, por decirlo con delicadeza. El mero hecho de la dimisión, tan contrario a la acrisolada doctrina numantina del "aquí no dimite nadie", supone un descalabro político de primer orden. Sobre todo porque se produce al cabo de una mañana, probablemente de antología en los órganos superiores del PP, en la que trascendió que Camps pensaba declararse culpable, pagar la multa y seguir como presidente de la Generalitat bajo la advocación de San Vicente Mártir, patrón de Valencia, con quien ha empezado a indentificarse al decir que se ha "sacrificado" como la víctima propiciatoria del temible dios de las elecciones. Pasar luego de querer declararse culpable a sostener a voz en grito su inocencia en tres cuartos de hora indica claramente que hay algo en las constantes psicológicas o caracteriológicas del personaje que no funciona bien y, de paso, que la supuesta astucia procesal de ese pintoresco muñidor que es Federico Trillo recuerda mucho las habilidades del inspector Clouseau.
Si es inocente, ¿por qué dimite? Para un inocente, comparecer ante la justicia cuanto antes es una garantía: prueba su inocencia y vuelve al tajo sin mayor quebranto. Cabría pensar que se ha tratado de un arrebato según el cual ha dimitido porque está harto del acoso a que lo han sometido quienes quieren verlo una madrugada boca abajo en una cuneta, pero la justa indignación lo lleva a proclamarse inocente. El problema es que no es un impromptu sino una situación que dura ya dos años en la que, desde el comienzo, se acusó a Camps de recibir trajes de regalo de una trama corrupta y durante dos años Camps lo ha negado, afirmando que se los paga, afirmando asimismo que arde en deseos de demostrarlo ante los tribunales pero dilatando cuanto ha podido el proceso y negándose a declarar cuando se le invitó a ello ante un juez. Dos años mintiendo es más de lo que una carrera política puede aguantar. Incluso en España, en donde se dan casos pintorescos, como el de un Jesús Gil, alcalde o un Ruiz Mateos, eurodiputado. Claro que en otros lugares tienen a un Berlusconi de presidente del Consejo de ministros; pero ese es otro tema.
Así que Camps dimite para ayudar a Rajoy y lo primero que hace es garantizar que se dé aquello que el mismo Rajoy trataba de evitar a toda costa: que se celebre la vista oral pública por presunto cohecho impropio contra el dimisionario en periodo electoralmente sensible. Porque si Camps cree que hay alguna diferencia entre un juicio a un presidente y un juicio a un expresidente por lo que hizo durante su presidencia es que no se entera. En cuanto comparezca ante el jurado, será primera de todos los periódicos y las televisiones abrirán con él; como sucederá cuando haya sentencia. De forma que con esta decisión de "me voy pero me quedo" Camps ha acabado de liarla y ha conseguido que haya no una sino dos condenas, la de ayer con la dimisión en lo político y la que recaiga con las decisión de la justicia en lo jurídico. No hay duda, un acierto al estilo Camps.
Entre otras cosas conviene no olvidar que este asunto de los trajes es la punta del iceberg, el aperitivo de un supuesto gran baile de los corruptos. Aún queda por salir a la luz el mundo de presunta corrupción que está escondido en la Gürtel y uno de cuyos centros más importantes radicaba en Valencia donde se supone que se han perpetrado delitos hasta con la visita de Su Santidad hace unos años. Quien crea que la devoción religiosa es un antídoto contra la corrupción va listo. ¡Con decir que al presunto mando político de este desaguisado lo llamaban el curita!
Sí será mejor olvidar las declaraciones de sus compañeros de partido que sostenían la inocencia del maltratado presidente quien a las 14:00 horas mandaba decir que reconocería su culpabilidad como habían hecho dos de los cuatro imputados. ¿Puede un inocente ser culpable? Sólo por la misma vía por la que María es madre y virgen al mismo tiempo, esto es, por intercesión divina. De no ser así, la situación resultaba surrealista el modo del célebre esto no es una pipa de Magritte. Y conste que me niego a recurrir a la comparación fácil de Camps con un cadáver exquisito porque cadáver, desde luego, pero exquisito... Si fuera cursi sería otra cosa.
En fin, Rajoy tiene todo el verano para convencer a Camps de que se declare culpable en pro del triunfo electoral. Y lo mismo a Costa, lo cual es aun más difícil porque éste está imputado en el sumario de la Gürtel, cosa que no sucede con Camps, y no es muy recomendable presentarse en una causa viniendo ya condenado de otra. Duro trabajo el de Rajoy. La Gürtel no da tregua. Una supuesta trama de delincuencia organizada para el saqueo de las arcas públicas en beneficio de unos cuantos empresarios y una serie de cargos públicos del PP corruptos que afecta a la estructura misma de ciertas administraciones. Querer gobernar España teniendo en casa ese pandemonium es realmente curioso.