Ayer presenté en el registro del Congreso de los Diputados la petición para que éste inste al Gobierno a retirar el diccionario franquista de biografías y a pedir la dimisión del director de la Real Academia de la Historia, don Gonzalo Anes. El contenido textual de la petición se encuentra en Palinuro, Petición al Congreso de los Diputados. Lo hice a título personal y como administrador de la página de Facebook Retirad el libelo franquista de la Academia, que ya cuenta con 1676 adhesiones. Quien quiera sumarse puede hacerlo en la página. También se agradecen adhesiones de gente que ayude a difundir la petición para que tenga mayor respaldo. La intención es escribir otra petición al Rey puesto que, según la Constitución, ejerce el "alto patronazgo" de las Reales Academias. Quiero oír al Rey diciendo si cree o no que Franco era "católico, inteligente y moderado", como lo define su biógrafo, Luis Suárez, en un alarde de objetividad y neutralidad o de libertad de expresión, según sentencia el director de la Academia, Gonzalo Anes en otro de lo que me parece cinismo. Porque significa que lo que dice la Academia es cosa de opinión (terreno en el que debe respetarse la libertad de expresión) y carece de toda base científica (terreno en donde la libertad de expresión está limitada por los hechos) con lo que es de preguntarse qué clase de Academia es una de opinión y en qué se diferencia de una tertulia de la radio.
A algunos, esto de ejercer el derecho de petición les parece una filfa porque presuponen que la democracia española no funciona. Y es posible que sea así; pero no se podrá saber si no se utilizan los medios que los ciudadanos tenemos a nuestro alcance para hacerla funcionar. Las quejas sobre la falta de democracia en España, que Palinuro comparte en buena medida, tendrán más peso cuando se compruebe que la ciudadanía ha agotado las posibilidades de hacerse oír sin conseguirlo. ¿Cuántas veces se ha utilizado el mermadísimo derecho de iniciativa popular? ¿Cuántas peticiones de alcance nacional se han dirigido al Congreso? Y hay motivos sobrados.
Por ejemplo, hay por lo menos un partido legal que se llama Falange. La Falange era el partido único y oficial del franquismo, del que Franco era el Jefe Nacional en ausencia del Ausente, el equivalente del Partido Nazi en Alemania o el Fascista en Italia. En ninguno de estos países es legal un partido nazi o fascista. En España, sí. Y, siendo legal, se querella por lo criminal contra un juez de la Audiencia Nacional por razones políticas, y la querella prospera. ¿No deberían los ciudadanos demócratas pedir al Parlamento que inste al Gobierno a que solicite la ilegalización de la Falange, con independencia de que sea o no aquella a la que pertenecía Aznar? Y como éste hay cientos de ejemplos. Palinuro no puede presentar docenas de peticiones pero brinda la idea de que los ciudadanos demócratas creen una central de peticiones, por así decirlo. Si no lo hacen, que no se quejen luego de que los políticos van a lo suyo, que sólo cortejan la voluntad del pueblo cada cuatro años y que el resto del tiempo se dedican a desmovilizar la ciudadanía.
Nos guste o no sólo la ciudadanía moviliza la ciudadanía y eso significa compromiso, trabajo, molestias y cierto riesgo. Quien no esté dispuesto a afrontarlos, que no se queje de falta de oportunidades para participar en las decisiones que le conciernen. Y sobre todo que no incordie enturbiando las cosas y entorpeciendo la movilización ajena. Por ejemplo, desanimando con el cuento de que, como "todos los políticos son iguales", no merece la pena hacer nada. Ese es un discurso falso que cala bien en el movimiento del 15-M y que lo hace irrelevante porque le permite formular sus agravios y sus propuestas de soluciones pero no proponer los medios prácticos de ponerlas en práctica.
Bastantes de las muy razonables reivindicaciones del movimiento 15-M pueden ser objeto de petición y no solamente al Congreso. Otras requerirán proposiciones o proyectos de ley que el Parlamento tendría ya que estar negociando con el movimiento. Pero este no tiene órgano negociador alguno que lo represente ni las autoridades han constituido comisión o comité que pueda recibir las propuestas y debatirlas con los proponentes. Pongo un ejemplo suficientemente claro: ¿no debería el movimiento 15-M estar presente de algún modo en las negociaciones tripartitas entre los sindicatos, la patronal y el gobierno? ¿Es razonable que quienes más han padecido la crisis y los que padecerán las reformas que los negociadores acuerden, los jóvenes, no puedan decir nada al respecto?
Palinuro sostiene que la consigna de Democracia real ¡ya! es muy deseable y así lo ha dicho. Pero no es un conjuro, a su enunciado no cae la democracia real del cielo como el maná sobre el pueblo elegido, sino que hay que conseguirla, ganarla, conquistarla y para eso no basta con deliberar en las asambleas con todo y ser las deliberaciones imprescindibles porque están constituyendo un ejemplo práctico de la teoría habermasiana de la democracia discursiva o dialógica.
Suele invocarse el ejemplo de Islandia. Pero las diferencias son abismales. Al margen de muchas otras hay una decisiva: los islandeses eligieron un nuevo Parlamento con mandato constituyente. Para hacer eso en España falta un trecho.