El Comité Federal del PSOE de ayer sancionó el acuerdo previo a que habían llegado el día anterior los barones y Zapatero: primarias pro-forma con un candidato ungido por los notables del partido, Rubalcaba. Fue el contenido de la entrada del viernes en Palinuro, titulada Solución in extremis. Entre otras cosas allí se decía que la medida del acierto o el error de la solución adoptada la dará seguramente la virulencia de la reacción mediática de la derecha que promete ser intensa. E intensa ha sido. Uniforme, la prensa de la derecha hablaba de "dedazo", excepto El Mundo que lo hacía de "golpe de Rubalcaba". Alguno llevaba su ultrajado sentido de la dignidad al extremo de decir que los socialistas debían pedir perdón al PP o a Rajoy (no recuerdo bien) por acusarlos de hacer lo que ellos mismos han hecho. El famoso mecanismo de la proyección que la derecha domina con maestría. Y como si los casos fueran lejanamente comparables. El nombramiento de Rajoy fue tan dedazo que unos años después, algunos gerifaltes del PP lo cuestionaban y en un caso cuando menos, el de Aguirre, se amagó con reñirle el cargo. En el de Rubalcaba, si ha intervenido algún dedo, ha sido el de múltiples manos. Su designación despide cierto tufo oligárquico, según decía Palinuro ayer, pero de dedazo, nada.
Zapatero y Rubalcaba se lanzaron un par de flores deportivas. El Presidente llamó a Rubalcaba sprinter, capaz de ganar las elecciones en diez meses. Y Rubalcaba coorrespondió calificando a Zapatero de corredor de fondo al que la posteridad reconocerá sus muchos méritos. Así quedó ayer cerrado el destino del todavía Secretario General: listo para el juicio de la historia y solo por aquello de la soledad del corredor de fondo. Cerrada la operación, con el presidente in pectore a las órdenes del presidente en funciones, lo que suceda a partir de ahora no es ni de lejos previsible. Lo único casi seguro es que a las primarias sólo comparecerá Rubalcaba con lo que la medida de su aceptación en el PSOE la dará la proporción de abstenciones y votos en blanco que se produzcan que no parece vayan a ser copiosos.
Rubalcaba, que no es hombre para perder el tiempo porque, siendo mayor, no tiene mucho, ha comenzado bravío, afirmando que sale a ganar y que lo hará con un proyecto ilusionante centrado en el empleo.
Certero lo del empleo porque es la lacra por excelencia, aunque la cuestión no es nombrarlo sino explicar cómo se va a reducirlo. En cuanto al "proyecto ilusionante", hay una conferencia política en el horizonte, que los sociatas han pactado en lugar del temido congreso y es de suponer que en ella se decidirán nuevas líneas de actuación que el proyecto de Rubalcaba recogerá, también de suponer. Dado que el proyecto está por definir cree Palinuro que alguna sugerencia propuesta con la mejor fe puede colarse.
La primera es que el PSOE debe girar a la izquierda. Si no en las medidas de corte económico y social, al menos de momento, sí en las de orden político. Los políticos son el tercer tema de preocupación de los españoles según repetidos barómetros del CIS. Y con razón. En su conjunto la clase política española acumula tal cantidad de privilegios que es un escándalo. El proyecto ilusionante podría empezar detallando medidas concretas para acabar con esta situación de abuso, de sueldos duplicados, triplicados, estratosféricos, pensiones desmesuradas por breves años de servicios, sobresueldos, canonjías, una orgía de cochazos oficiales... Si el PSOE se compromete a acabar con esto ganará muchos puntos en la estima pública.
Asimismo, hay que comprometerse a erradicar la corrupción que no se limita a los privilegios de los políticos ni mucho menos sino que afecta a las relaciones ilegales entre los cargos públicos y los intereses empresariales privados como se prueba hasta la saciedad con el caso Gürtel. Y hay que comprometerse a acabar con la corrupción empezando por la de las propias filas. Porque aunque el PSOE no tiene nada parecido a la Gürtel, aparecen múltiples imputados en sus listas y eso tiene que terminar.
Todo el mundo reconoce que la ley electoral vigente es injusta, que beneficia al PP y al PSOE y perjudica a los demás partidos de ámbito nacional/estatal. Un mínimo sentido del fair play obliga al PSOE a defender la reforma del sistema electoral. El resultado será que PP y PSOE perderán presencia parlamentaria (mucha más el primero que el segundo) y en cambio la ganarán otras opciones minoritarias que hasta ahora están excluidas del Congreso o tienen una representación minúscula. Con un sistema más proporcional, el Parlamento probablemente se escorará a la izquierda no monopolizada por el PSOE.
Palinuro, viejo librepensador, cree que el citado proyecto debe incluir el firme propósito de separar la Iglesia del Estado de verdad. El PSOE tiene que perder el miedo a la jerarquía católica sobre todo porque no por ceder es ésta menos agresiva. Se daría además la ventaja de que no habría que escuchar a monseñor Rouco diciendo que los problemas más serios de los jóvenes están en su alma cuando es obvio que el que más problemas con su alma tiene es el propio monseñor.
Gran parte de esta reorientación a la izquierda implica que el PSOE tendrá que acercar posiciones con el movimiento del 15-M. Éste habrá de darse alguna forma de organización que permita dialogar con él y el PSOE tendrá que designar a su vez alguna forma de comisión para hacerlo; no puede seguir ignorando un movimiento que ha demostrado ser pacífico, multitudinario, maduro y cuyas reivindicaciones, en gran medida, son las de la izquierda.
A este respecto interesa insistir en que el mayor peligro que tiene Rubalcaba (y en el que nadie parece reparar) es la gestión que haga del movimiento de los indignados. Una reacción represiva que desencadenara una oleada de violencia sería un traspiés serio para el sprinter que pondría en riesgo su carrera.
(La imagen es una foto de psoe extremadura, bajo licencia de Creative Commons).