En la galería de arte Eboli, sita en la madrileña Plaza de Ramales, en el Madrid de los Austrias, a tiro de piedra del Palacio de Oriente, se celebra la VIIIª Muestra de Arte Naïf Europeo. Es un lugar encantador, parece que antiguas caballerizas reales, unas cuevas en semisótano con el mortero visto de vaya uno a saber qué siglo y todo montado con muy buen gusto. La exposición se deja ver con agrado tanto por el contenido como por el continente.
El término naif, que recoge el DRAE, si bien le ha quitado la diéresis, menos mal, es uno de esos galicismos inexplicables porque no se imponen a causa de una carencia de nuestra lengua, ya que disponemos de los correspondientes ingenuo, inocente y cándido que reflejan bastante bien el significado del francés. La única explicación es la pereza que invita a acoger el vocablo gabacho antes que buscarle un equivalente español. Es lo mismo que sucede con puzzle, también incorporado -es asombroso- al DRAE como puzle tan difícil de pronunciar en español como en inglés (ya que en Inglaterra suena passol más o menos) y que, encima, remite al exacto equivalente español que es rompecabezas. Aquí, además de la pereza probablemente juega también la vanidad pues resulta más elegante decir puzle que rompecabezas. Esto de los barbarismos en español es atroz. Todo el mundo dice ya que se ha cambiado el look. Es más, también está en el DRAE, aunque en la edición que tengo, figura en cursiva. Sin duda cuando la pasen a redonda normal la escribirán luk; o luc.
No merece la pena seguir. Entristece escuchar y leer la propia lengua salpicada de unos términos extraños que, sin embargo, tienen su equivalente castizo. Y, si uno se entristece, recupera la alegría visitando la exposición de arte inocente. Artistas hechos y derechos, muchos de ellos de avanzada edad que ven el mundo con espíritu de niños. En verdad lo que nos pasa a todos sólo que ellos tienen la valentía o el privilegio de manifestarlo.
Es un arte aparentemente simple, de visiones directas, inmediatas de escenarios preferentemente cotidianos, tiendas, mercadillos, jardines, muelles, festivales, medios de transporte colectivos, etc, en visiones panorámicas, nada de medios y primeros planos. Su carácter especial viene dado por la renuncia a ciertas técnicas pictóricas, singularmente la perspectiva y el escorzo. Son escenas planas, sin profundidad porque se supone que los niños no ven segundos planos ni segundas intenciones. Por eso es infantil. Por eso y por los colores cálidos con mucho contraste. Suelen ser escenas polícromas
El arte inocente tiene muy notorios predecesores, algunos de los cuales, como el aduanero Rousseau, aparecen expresamente homenajeados, como en la obra expuesta de la polaca Martha Kolodziej, que se llama Exposición de Henri Rousseau en el que se ven tres de las obras más famosas del aduanero. En otros casos, la influencia es indirecta pero también muy clara, por ejemplo, en la obra de Carmen Corcelles, Luna llena, que recuerda a Delvaux. En general el arte inocente tiene fuerte influencia surrealista. Pero no solamente surrealista. Sus raíces alcanzan las escenas de la vida cotidiana en la pintura flamenca, por ejemplo, las obras de Avercamp y algunas composiciones de Brueghel, sobre todo de ambiente campesino, también en actividades de fiesta y alegría, como aniñadas.
El país invitado este año es Guatemala lo que permite apreciar otra fuente del arte ingenuo que es la pintura popular de raíz indígena como se echa de ver en las rojas sandías y las blancas calas que recuerdan los cuadros de Georgia O'Keefe y los de Diego Ribera. A través de este cae uno en la cuenta de que el famoso muralismo mexicano tiene un intenso elemento de arte inocente pero, a diferencia de lo habitual, lleva una carga política y social notable, como si la visión de la torturada historia de México y centroamérica en general estuviera a tono con el supuesto carácter infantil de los pueblos autóctonos.
Hay mucho más en la exposición. El arte inocente, siempre figurativo (resulta difícil imaginar arte abstracta inocente), refleja prácticamente todos los estilos y escuelas pero entronca más de cerca con el impresionismo y el surrealismo y con algunos pintores de estilo personalísimo a los que, en cierto modo, "purifica", como Balthus o Botero. Aparecen también las tendencias del arte pop de los sesenta. Algunas obras inocentes traen a la memoria la estética psicodélica de El submarino amarillo. La verdad es que, en cierto modo, la exposición purifica.
Al salir cayó una tromba de agua y granizo con orquesta de truenos y relámpagos. Pero, cuando escampó, Madrid parecía un cuadro de arte inocente por lo diáfano del aire.