Las sociedades democráticas son muy activas políticamente. La libertad de partidos se toma en sentido literal y no es raro que estos aparezcan y desaparezcan. Todos los sistemas políticos tienen un gran eje derecha-izquierda y, en torno a él, mayor o menor cantidad de partidos por así decirlo "especializados", esto es, con un tema predominante distinto -que no ajeno- a aquella dicotomía: el nacionalismo, la religión, el campo, los inmigrantes, el medio ambiente. En algunos países hay partidos "piratas", que preconizan, entre otras cosas, la abolición del derecho de patentes y de propiedad intelectual. El Partido Pirata sueco tiene dos representantes en el Parlamento Europeo, aunque ninguno en el nacional. Acabará también habiendo un partido de los pensionistas. De momento, ya tiene una página web, Partido de los pensionistas en acción. Y hace cuarenta años que existe una asociación en los Estados Unidos que no es un partido pero actúa en buena medida como tal, los Gray Panthers. Cuestión de tiempo que los haya también en España. El día en que los viejos se den cuenta de su peso numérico, como el legendario proletariado de Marx, se pondrá en marcha una fuerza prometeica en la sociedad y hasta es posible que más de uno acabe pensando que la prolongación de la esperanza de vida es un fastidio.
En estos días está lanzándose el proyecto de nuevo partido, Equo, en el que van al unísono Juan López de Uralde (el ex de Greenpeace), Joan Herrera, diputado por IC-V y Alejandro Sánchez, director de Seo/BirdLife. Demasiado aspirante a jefe. Habrá que ver si se consolida como partido. De momento tiene una página en Facebook Equo con un curioso logo que recuerda un signo taoísta o un símbolo cabalístico y no parece que sea especialmente apto para enardecer ánimos en mítines, actos electorales, manifestaciones. Tiene unos 3.500 "likes", lo que es un comienzo prometedor, pero todavía escasos seguidores. El nombre es un juego de palabras basado en un juego de letras y trasmite la idea de que la Fundación (su condición jurídica actual) y luego el partido, tendrán como norte promover lo ecológico y lo equitativo a la par. Ecología y equidad.
La idea es en parte nueva en España, pero no así en algunos puntos de Europa. La imagen que encabeza esta entrada es un cartel de una feria de una organización tipo equo en Italia, con una ilustración muy simpática aunque también poco movilizadora. Y los partidos necesitan seguidores.
La cuestión que parece suscitar Equo en España, como también lo hace el ecologismo allí donde tiene representación parlamentaria y/o eficacia ejecutiva, es averiguar en dónde se sitúa en el eje izquierda-derecha. Una opinión generalizada ubica estos partidos en la izquierda de la socialdemocracia. De ahí que quienes se sienten más afectados porque barruntan fuga de votos sean los de Izquierda Unida (IU), con su fuerte elemento componente "verde" que a lo mejor decide ir con los suyos. De momento el paso lo da Iniciativa per Catalunya-Els Verts haciendo así realidad lo que se limitó a insinuar durante la refundación de IU que, como se ve, no ha durado ni dos meses.
Desde luego, las reclamaciones más significativas de Equo en su manifiesto, crecimiento sostenible, moderación del consumo, regulación del sector financiero, abolición de los paraísos fiscales, etc, lo acercan más a la izquierda que a la derecha, pero eso no quiere decir que el partido no pueda servir como bisagra e incluso aliarse con esta última. La Democracia Cristiana alemana jugó un tiempo con la idea de encabezar una coalición llamada "jamaicana" por los colores negro, amarillo y verde, de democristianos, liberales y verdes. Es difícil, pero no imposible.
Puede verse Equo también como una regeneración de la izquierda, esto es, un nacer de nuevo. La izquierda se desprende de su historia que no es más que una rémora, una atadura que la obliga a pensar con categorías hoy carentes de sentido, como "revolución", "socialismo", "nacionalización" para hacer frente a la situación aquí y ahora. Equo parece nacer con una voluntad firmemente reformista. Reformas radicales, pero reformas. Nada de alterar sustancialmente las formas de propiedad (ni la intelectual) que es a lo que la gente tiene más miedo. La cuestión, como siempre, es si alcanza la fuerza parlamentaria precisa para incidir sobre la realidad y modificarla; para estar en condiciones de transformar la realidad y no meramente de desearlo como hace IU.
El verdadero problema de Equo, como el de toda la izquierda radical, es que sus propuestas son irrealizables en el marco del Estado. El programa de regulación de los flujos financieros, abolición de paraísos fiscales, medidas conservacionistas de la biosfera, relaciones comerciales justas, etc sólo puede aplicarse en el orden mundial mediante una acción global coordinada, cosa de la que estamos más lejos que de la luna. La izquierda, que predica el internacionalismo, todavía no lo ha practicado; a no ser que alguien sostenga que la IIIª Internacional era el estado mayor de la revolución mundial y no la oficina para el extranjero de la política exterior soviética.
Equo ya recuerda que es muy europea y que en Europa está el futuro; pero con eso no basta. Hay que ser mundial.
(La imagen es una captura de la página web de eco and equo).