dimecres, 11 de novembre del 2009

¿Qué fue de Rodríguez Zapatero?

Los críticos del PP preguntan con sorna cómo sea posible que el partido no tenga una mucho mayor intención de voto ni saque más ventaja al Gobierno en las encuestas a la vista de lo rematadamente mal que éste está haciéndolo. A su vez los críticos del PSOE quieren saber cómo sea posible que, con una oposición tan increíblemente mala, el partido del Gobierno y el propio Gobierno no remonten en las encuestas sino que, muy al contrario, vayan por detrás del partido de la derecha.

Tal es la situación desde hace meses, prácticamente desde las elecciones de marzo del año pasado: empate técnico; el PSOE ligeramente por encima del PP en intención de voto; el PP ligeramente por encima del PSOE en intención de voto; el PP consolidando su ventaja de tres puntos, reduciéndola a dos; el señor Zapatero ligeramente valorado por encima del señor Rajoy desde hace años y ahora, la sorpresa de que el señor Rajoy aparezca por delante. Tanto monta, monta tanto.

En realidad lo verdaderamente nuevo aquí es el desplome del PSOE y, sobre todo, del señor Zapatero de algo más de un año a esta parte. El señorRajoy nunca salió muy bien parado y no hay gran diferencia entre cómo se lo valoraba en 2004, 2008 y hoy. Pero es el señor Zapatero quien da que pensar. Según los datos del barómetro del CIS, la valoración del señor Zapatero que en julio de 2008 era de 4,75 puntos baja en octubre de 2009 a 4,11, mientras que la del señor Rajoy lo hace de 3,99 a 3,55. En cuanto a la gestión del Gobierno del PSOE, los que la veían buena o muy buena eran el 19,9 por ciento en julio de 2008 pero sólo el 13, 6 por ciento en octubre de este año; una pérdida de 6,3 puntos. Mientras que quienes la ven muy mala o mala, que eran el 33,0 por ciento en julio de 2008 pasan a 46,6 por ciento en octubre de 2009, esto es, 13,6 puntos, una barbaridad. La valoración de la oposición es todavía más pobre: quienes la consideran mala o muy mala pasan del 45,7 por ciento en julio de 2008 al 53,4 por ciento en octubre de 2009; o sea, más de la mitad de los ciudadanos censura acremente a la derecha. Y los niveles de confianza cantan la misma canción: en julio de 2008, el 34,0 por ciento de los ciudadanos tenía mucha o bastante confianza en el señor Zapatero (28, 4 por ciento en el caso del señor Rajoy), cifra que baja al 25,9 por ciento, esto es, una merma de 8,1 puntos, un descalabro (25, 9 por ciento para el señor Rajoy, una baja menor de 2,5 puntos). Quienes en julio de 2008 no tenían ninguna confianza en el señor Zapatero representaban el 26,4 por ciento, cifra que se dispara al 36,1 por ciento, casi diez puntos más en octubre pasado. A su vez, el señor Rajoy pasa en este capítulo de un 39,4 por ciento de ciudadanos que no le profesa ninguna confianza en julio de 2008 a un 43,0 en octubre de 2009, esto es, asimismo una pérdida de 4,4 puntos. Por supuesto, los resultados en los barómetros intermedios (octubre de 2008, enero de 2009, abril de 2009, etc), son consistentes: todos a la baja, sin repuntes. La conclusion es que el señor Zapatero se ha hundido estrepitosamente en el aprecio de sus conciudadanos que, sin embargo, no pasan a depositar su confianza en la hipotética alternativa del señor Rajoy ni mucho menos. La situación es, pues, muy movediza y aquí es donde, a mi entender, aparece la creciente valoración de la figura de la señora Díez, que brilla tanto no por méritos propios que encuentro escasísimos por no decir inexistentes, sino por los garrafales deméritos de sus competidores.

Lo que presenta un rostro distinto es la estimación del voto del CIS que en julio de 2008 era del 39,5 por ciento para el PSOE y el 39,3 por ciento para el PP, esto es, un empate que se mantiene tal (más o menos, décima arriba o abajo) en octubre de 2008, enero de 2009, abril de 2009, julio de 2009 y repentinamente se rompe en octubre pasado con un 37,7 por ciento para el PSOE y un 41,0 por ciento para el PP.

Con independencia de estas proyecciones de voto que, dada la situación, son muy arriesgadas, lo que más llama la atención, al menos a mí, es el deterioro de la imagen del señor Zapatero sin que mejore la del señor Rajoy. Y aquí sí creo ver mar de fondo. A mi modesto entender, la segunda legislatura del señor Zapatero ha defraudado las expectativas que generó el comienzo de la primera y que quedaron un poco en suspenso al final de ésta, coincidente con el arranque de la crisis cuya catastrófica gestión desde el Gobierno seguramente pasará a los anales de lo que jamás hay que hacer en situaciones difíciles, redoblada por la serie de pifias del caso Alakrana, que parece administrado por los Hermanos Marx. Desde entonces entiendo que el señor Zapatero ha acabado haciendo aquello contra lo que el clamor popular lo previno en 2004, esto es, ha acabado fallando a la gente. Hay como una sensación de decepción en muy distintos sectores sociales, mezclado en algunos casos con sorda irritación: la crisis económica ha hecho muchas víctimas y la negligencia, abandono, falta de claridad, titubeos e indecisión de un gobierno que habla mucho pero no hace casi nada ha coronado la operación. El señor Zapatero tiene de uñas a los jóvenes, los mayores y las clases medias que son o debieran ser sus baluartes electorales pero ninguno de los cuales ve por ahora que la situación haya hecho otra cosa que agravarse mientras que las medidas de las autoridades, de favorecer a alguien, parecen hacerlo sólo a las clases privilegiadas.

Es cierto que ha habido una actuación espléndida en la lucha contra el terrorismo y que el gobierno de los partidos españolistas en el País Vasco está dando frutos óptimos pero, como suele suceder, las cosas que se hacen bien apenas cuentan o compensan por las que se hacen mal, regular o no se hacen. Al respecto, es llamativa la pérdida de empuje del Gobierno en las reformas de calado moral, su actuación contemporizadora con una Iglesia que no la merece ni corresponde como debe y, sobre todo, la percepción de que, en cuanto a la política económica, el país está abandonado a los vientos de la coyuntura internacional porque el poder político carece de un plan claro de cómo poner coto a una evolución que ya todo el mundo acepta resignadamente que aun irá a peor en el año que entra, en contra de todas las previsiones para los demás países.

Dejo para el final la guinda del pastel: el gobierno del señor Zapatero inició su primera legislatura con mucha fuerza en el terreno teórico. El Secretario General del PSOE, debidamente aleccionado en las ideas del civismo republicano de Pettit, miraba a los ojos (frase preferida por su mentor espiritual y él mismo) a los adversarios políticos y actuaba como el referente de la izquierda ideológica europea. De eso no queda hoy nada. El republicanismo ha desaparecido tragado por un comportamiento contemporizador con la monarquía, timorato con la memoria histórica, cicatero y cutre con los derechos de las mujeres, obediente y servicial ante las exigencias del capital a quien no se toca un pelo por vía fiscal, monetaria o de otro tipo y humillado ante una jerarquía eclesiástica desagradecida y montaraz.Y en cuanto al referente de la izquierda europea no hay ya ni rastro. Tampoco parece que la próxima presidencia de la UE, cargo en el que hay que acentuar los perfiles conservadores ajustados a esta desvencijada maquinaria de la Unión, vaya a dar lustre nuevo a aquella figura de misionero de la nueva izquierda que ya no existe.

En cuanto a sus apoyos, el señor Zapatero parece seguir contando con el del gremio del espectáculo y artistas relacionados pero da la impresión de haber perdido el de un sector importante de los medios y el de los intelectuales, cosa que me parece lamentable.

(La imagen es una foto de ferran pestaña, bajo licencia de Creative Commons).