A todos los efectos de la vida pública nacional mañana, lunes, se habrá producido la vuelta a casa de las vacaciones, avisos de la DGT y número de muertos en las carreteras. Mañana empieza, pues, lo que todos los analistas profetizaron como un "otoño caliente", expresión hecha que debe de estar ya tan vacía de significado como el "soldado valeroso" entre otras cosas porque no recuerdo haber visto empleada la palabra otoño a no ser con el adjetivo de caliente.
Aparentemente así parece que será, a juzgar por el calibre de los primeros intercambios dialécticos entre la oposición y el Gobierno, así como algunos propósitos del último que van a mover mucha polémica como ese de incrementar la presión fiscal a las rentas no provenientes del trabajo, una medida típicamente de izquierda que el Gobierno cree le garantizará el apoyo de los grupos de esa tendencia en la cámara a sus presupuestos y que la derecha combatirá agriamente acusándola, es de suponer, de confiscatoria, pues nada aviva tanto la imaginación poética como que a uno le toquen el bolsillo. Una de las formas de descalificación de la idea de aumentar el gravamen del IRPF era que los ricos apenas tributan por ese concepto. Esa objeción ya no es válida y hay que suponer que una revisión al alza de todas las figuras impositivas de las rentas no salariales contribuya a generar algo más de confianza para salir de la crisis. Basta con pensar en el margen que ofrecen las sociedades SICAV (sociedades de inversión de capital variable), cuyo tipo impositivo es del uno por ciento.
La vuelta a casa vendrá acompañada asimismo de las diatribas del PP a causa de los procedimientos judiciales que se siguen a numerosos militantes suyos, en realidad mutantes de la corrupción; cosa lógica en un partido en el que alguno de sus principales dirigentes dice que "está en política para forrarse".
Eso pasa mucho en política: unos se forran y a otros los forran.
La vuelta no estaría completa sin una discusión muy viva sobre cuestiones religiosas en nuestra sociedad, desde las inmanentes a las trascendentes así como sobre los ámbitos competenciales de las distintas administraciones públicas. En realidad, si bien se mira, tres de las "cuatro cuestiones" de la sociedad que posibilitaron el ataque a la República y que en buena medida siguen si resolverse: social, territorial y religiosa. Falta, por fortuna, la militar.
(La imagen es una foto de C ristian Arriagada, bajo licencia de Creative Commons).