Después de que el Tribunal Superior de Justicia del País Valenciano (TSJPV), presidido por un más que íntimo amigo suyo, archivara la causa por presunto cohecho incoada al president de la Generalitat valenciana está claro que éste no es inocente, no ha sido absuelto de la culpa que se le imputa sino que la causa se ha archivado por razones que en su día revisarán los tribunales.
Desde ese día de feliz memoria para él, el Curita no ha dado una sola conferencia de prensa ni ha respondido a pregunta alguna de los periodistas. El suceso se zanjó con una comparecencia pública del señor Camps filmada en un vídeo que se repartió a los medios. El presidente de la Generalitat no responde preguntas de los medios.
Esa actitud que se ha detectado en algún otro caso tanto en el PP como en el PSOE, ha soliviantado a la profesión periodística, atacada en una de sus fuentes más preciosas: el testimonio directo de la persona afectada. En el caso del señor Camps, sin embargo, parece que la cosa viene de antiguo. Obsérvese en éste vídeo de Caiga quien caiga cómo la negativa del Curita a atender a los periodistas es característica de este político valenciano.
Los políticos que callan, los políticos mudos, los políticos que niegan el diálogo, no solamente atentan contra el derecho democrático a la información y se arrogan facultades por encima del control popular sino que rompen con el principio básico de la democracia deliberativa, consistente en un ámbito de debate público en el que todos exponen sus razones de buena fe y se trata de buscar una actitud común. Algo imposible con quien calla. Sobre todo si el que calla es el que manda.
Significa que se cree con derechos sobre los demás que los demás desconocen, lo que es el núcleo mismo de la dictadura.
(La imagen es una foto de dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).