Esta claro el procedimiento, el modus operandi de Paco Gürtel y Cía.: regalar a diestro y siniestro, abrirse paso por la estructura del PP pringando a todo el que se le ponía por delante con relojes caros o bolsos también caros que, supongo, a fuer de empresario astuto, él compraba con considerable descuento por hacerlo a decenas, quizá a cientos. "A ver", se oía en las cocinas de Louis Vuiton, "doscientos bolsos exclusivos mon plaisir para Paco Correa". Hay una frase en las nuevas informaciones acerca de cómo había penetrado en el PP la trama Gürtel que pone piel de gallina: todos, dice la frase más o menos, recuerdan cómo llegaban los bolsos y relojes a la calle Génova por Navidades. Vieja costumbre empresarial de obsequiar a gente importante e influyente por las entrañables fiestas.
Si ahora resulta que eso es delito o, cuando menos, falta, el partido entero está en el bote. Por ello no es insólito que haya reccionado como la serpiente de cascabel a la que han pisado: lanzándose por la presa. Y no ha quedado nada: gobierno en conjunto, ministros en concreto, los jueces, la fiscalía y la prensa identificada como adversaria. No queda nadie en pie. Todos son culpables de perseguir al PP por las filtraciones y las rupturas del secreto del sumario. Efectivamente en el partido hay cólera y hay miedo. Porque nadie sabe quién será el siguiente, quién puede encontrarse mañana en los titulares de la prensa masona a cuenta de un reloj, de un viaje hace tres años, de un obsequio caro que se le deslizó al bolsillo después de un grato y copioso almuerzo con el amigo Correa, que en tiempos de Aznar estaba en todas partes.
Y hasta a Aznar está llegando esta escandalera de las dádivas generosas cambio de pingües adjudicaciones en las que solía haber un pastuqui importante. Con algunos de los obsequiados, ya ascendidos a colaboradores directos de la trama, intermediarios entre esas empresas todas en inglés que parecen vacas pastando en los prados de los presupuestos públicos y la administración, el trato era más de profesionales, los relojes se convertían en coches y había jugosas comisiones que luego se blanqueaban y/u ocultaban en paraísos fiscales.
De todo eso, que es como la exposición universal de la granujería es de lo que el PP quiere que no se hable para que se haga acerca del complot contra el partido de los poderes públicos en una democracia y con un gobierno que ni siquiera tiene mayoría parlamentaria, como si alguien pudiera creerse tamaño dislate. La dirección del PP parece fuera de sí. Es imposible hacer ridiculos mayores en público que los de la señora De Cospedal. Lo que tiene que hacer el PP es destituir fulminantemente al señor Bárcenas, pedir la dimisión a Camps y Barberá, poner en marcha una investigación interna con auditoria de sus cargos públicos y perdón a la ciudadanía. Todo ello más que a paso para evitar este lamentable espectáculo en el que los citados individuos utilizan el partido para resolver sus problemas particulares con la justicia. El caso del señor Bárcenas que se ha buscado como asesor a un multiimputado del caso Gürtel lo dice todo.
(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).