Parece que el señor Hugo Chávez, adalid invicto de las masas desposeídas, adelantado del socialismo del siglo XXI, depositario del legado inmarcesible de Simón Bolivar, espíritu del pueblo, razón en marcha, guía de la historia, no se atreve a tener un encuentro cara a cara con Mario Vargas Llosa en su programa de televisión "¡Aló presidente!". Las excusas que ha buscado son variadas: que él sólo debate con jefes de Estado, que antes de debatir, Vargas Llosa consiga ser presidente de la República, que su invitación a debatir no era de él con Vargas Llosa sino de varios intelectuales liberales con otros tantos intelectuales bolivarianos, etc.
Cuentos. No debate porque no se atreve, porque no está acostumbrado a que nadie lo refute o le lleve la contraria, porque lo que le gusta es perorar y perorar ante un auditorio obediente y entregado y tiene miedo de confrontar sus razones y opiniones con un intelectual de valía como el novelista peruano. Y eso que, en el terreno político y social, el señor Vargas Llosa pierde mucha categoría intelectual y razona de una forma elemental, sin matices, fácil de desmontar. Pero no le basta con eso. El señor Chávez no está muy seguro de lo que dice y, muchas veces, ni siquiera está claro qué quiere decir. Lo sabe y teme hacer el ridículo en un enfrentamiento dialéctico con Vargas Llosa porque, en el fondo, acomplejado, se sabe inferior a él.
(La imagen es una foto de rogimini, bajo licencia de Creative Commons).