¿Así que un ciudadano español sometido a un procedimiento judicial con todas las garantías procesales del Estado de derecho resulta ser víctima de una persecución inquisitorial? Y esto lo dice uno que aspira a ser presidente del Gobierno de España. Y, encima, de derechas. Este disparate demagógico, propio de alguien que no piensa mucho lo que dice, si es que piensa en absoluto, se puede considerar desde dos puntos de vista por lo demás complementarios:
Primero, lo que es evidente. Todo el respeto y acatamiento que la derecha afirma tener por los órganos judiciales y la administración de justicia se convierte en clara animadversión cuando los órganos judiciales se interesan por uno de los suyos. Es entonces cuando los tribunales civiles ordinarios dejan de cumplir sus funciones en la administración de justicia y pasan a ser dicasterios del Santo Oficio. El mensaje subliminal en esta actitud está bien claro: dado que el Tribunal de la Inquisición fue algo que hubo que erradicar y contra cuyo regreso estaría justificado alzarse en armas, lo que se está diciendo es que también cabe la resistencia frente al Estado de derecho democrático. En todo discurso de la derecha hay siempre un elemento golpista.
La segunda nota derivada del exabrupto rajoyiano tiene que ver con las convicciones ideológicas de la derecha y su capacidad camaleónica para aparecer con el color que más convenga, porque esta idea de asociar la Santa Inquisición con el mal es propia de la ilustración, de la modernidad, del progresismo décimonónico y de la izquierda actual, heredera de los anteriores. En principio no tiene sentido que se la atribuya el pensamiento reaccionario ni el de derechas. Esta derecha es la de los Reyes Católicos y, con ellos, todo lo que de bueno, en su opinión, hicieron para España, entre otras cosas, el establecimiento del Santo Oficio para la detección de judíos, moriscos, falsos conversos, relapsos y otros precitos. Es la derecha que no condena el franquismo que, de habérselo permitido el Vaticano, hubiera restablecido el Tribunal de la Inquisición en busca esta vez de masones y comunistas. En el imaginario colectivo de la derecha española el Santo Oficio fue una gran cosa que no debe presentarse con malos colores como ha hecho el desafortunado señor Rajoy.
La derecha española presenta varios casos de disonancia cognitiva de Leon Festinger entre lo que le gustaría ser y lo que sabe que es. Este uso "progre" del término Inquisición es prueba de su éxito en apropiarse del mundo conceptual de la izquierda cuando ya no puede oponerse a él. Es el clásico If you can't beat them, join them porque, originariamente, esta derecha se habría opuesto en su día a la abolición de la Inquisición, igual que hoy se opone a todo aquello que sea aumento de derechos de los ciudadanos. Dentro de otros cincuenta años la Iglesia habrá admitido el matrimonio entre homosexuales, el matrimonio de sacerdotes y sacerdotisas y lo pondrán como ejemplo de algo que las potencias del mal tratarán siempre de destruir, cosa que no consiguen gracias al denodado esfuerzo en pro de la libertad de los escudos eclesiásticos.