divendres, 27 de març del 2009

¡Viva Franco!

Diga Vd. que sí, señor Fabra, a ver qué se han creído estos rojos de mierda. Pues no va Vd. a poder editar un libro ensalzando el franquismo con los fondos de la Diputación. Hasta ahí podíamos llegar. Con todo lo que hizo Franco por Vd. y su familia, porque su señor padre ya fue secretario provincial del Movimiento en Castellón en unos años (1943-1947) en que eso no lo era cualquiera sino un fascista bien fajado; luego alcalde de Castellón de la Plana (1948-1955) cuando a los alcaldes los nombraba Franco, como Dios manda y no con estas mangancias de que haya que elegirlos y, por último, presidente de la Diputación de la misma provincia (1955-1960) también directamente nombrado por Franco. Su padre le debía la carrera al Generalísimo, ¿cómo no va Vd. a editar un libro en honor del Caudillo al que tan agradecido ha de estar y en unas horas en que esta Antiespaña, llena de rojos, comunistas, masones y otras ratas de cloaca anda quitando al Invicto los honores que en su día había ganado con su tesón y esfuerzo? Es, obviamente, el cumplimiento del deber de un buen hijo y un fervoroso seguidor de las doctrinas de aquel prohombre cuya gloria inmarcesible nadie podrá oscurecer y menos que nadie estos progres envidiosos, resentidos, que no tragan haber perdido aquella gloriosa guerra de liberación que el Caudillo ganó con su grandiosa visión estratégica. Una guerra que emprendió para limpiar España de sabandijas rojas, ateas, liberales, nacionalistas, librepensadores, anarquistas, demócratas, vegetarianos, nudistas, separatistas y demás morralla que ahora vuelve a prosperar a la permisiva sombra de este reyezuelo, incapaz de mantener firmes los principios del Movimiento Nacional a los que su padre dedicó su vida y que Vd. venera en su fuero interno como buen hijo y franquista de pro.

¡Que no puede Vd. editar un libro en favor de Franco con los dineros de la Diputación! ¡Es inaudito! ¡Como si no fuera evidente que Vd. con la Diputación hace lo que quiere porque es suya por herencia de familia! Si sí, de familia, de esa sacrosanta institución que los rojos quieren destruir entregándola en manos de maricones y tortilleras; sí, sí, de una familia como la suya, Fabra de toda la vida, que lleva más de un siglo gobernando la Diputación, empezando con su tío-tatarabuelo, Victorino Fabra, el agüelo pantorrilles, cuyo único defecto fue ser Isabelino, o sea, liberal cuando lo normal es que hubiera sido un buen carlistón y terminando con Vd. que vuelve a ser liberal pero de la pía escuela de doña Esperanza Aguirre y otros falangistas.

Ahí ha dado Vd. una lección a los rogelios, señor Fabra, explicándoles con su infinita paciencia que Vd. edita el libro a favor de Franco con los dineros públicos de la Diputación no porque le salga de los cataplines -que es la respuesta que se merece esta manga de ñordas y lo que se dice Vd. mirándose en el espejo- sino en pro de la libertad ya que la democracia quiere que haya libertad de expresión y que se puedan conocer todas las posiciones. Es genial lo que sabe Vd., don Carlos. Claro que no es de extrañar con los antepasados que ha tenido. Seguro que ese discurso sobre la libertad de expresión y el conocimiento de todas las posiciones se lo enseñó a Vd. su señor padre que lo practicaba a pie juntillas como Secretario Provincial del Movimiento (una institución encargada de salvaguardar los valores de la libertad de expresión) y como alcalde y presidente franquista de la Diputación pues, como todo el mundo sabe, los franquistas no tenían otra aspiración que garantizar la libertad de expresión de quienes no pensaban como ellos para que se los pudiera conocer mejor. Y ahora quieren aquellos rojos (que viven gracias a la misericordia del Caudillo quien les permitió seguir arrastrando sus existencias de gusanos antiespañoles y anticatólicos pudiendo haberlos exterminado a todos, como hizo con una buena porción y ejemplar juicio) quieren, digo, impedir que las nuevas generaciones conozcan el importante legado de paz, tolerancia, democracia y progreso que fue el franquismo. Lo suyo, como siempre, es la censura, la checa, el tiro en la nuca, ¿verdad?

¡Que no puede Vd. editar lo que se le pone en los cataplines en la Diputación! Indignante, señor Fabra, indignante. ¿Acaso no puede Vd. compensar con este pequeño homenaje al Generalísimo la media docena de libros que ha editado la Diputación exaltando las figuras del criminal Durruti, la asesina Pasionaria, a los ladrones asaltacaminos de las Brigadas Internacionales y a los afeminados de las Misiones pedagógicas de la República? Como si no se pudiera hoy plantar cara a la Antiespaña de siempre.

No haga Vd. caso, señor Fabra; siga Vd. con ese talante viril que lo caracteriza y no se deje distraer pues otra cosa que buscan denodadamente estas cucarachas es que se distraiga Vd. en ese injusto proceso por prevaricación, cohecho etc. que quiere a abrir a Vd. una amalgama de jueces venales y fiscales serviles que si le dejaran a Vd. recurrir a los camaradas de su señor padre en su juventud no le resistirían a Vd. ni media hostia.

Por cierto, señor Fabra, ¿qué hay de lo mío? ¿Y de lo de mi hermano, mi primo, mi tía, mi cuñado y mi perro? Estoy seguro de que su fabulosa facilidad para emplear a allegados y enchufados es en realidad un mandato del Caudillo desde el otro mundo para que se inspire Vd. en él y no deje en la estacada a ninguno de los de la adhesión inquebrantable, de los que fueron de la UCD y del PP desde el treinta y nueve.

(La imagen es una foto de El Plural, bajo licencia de Creative Commons).