El Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) parece haberse convertido en un nido de espías. Según El País los agentes de la T.I.A. al servicio del Consejero de la Presidencia, Justicia e Interior, señor Granados, también espiaron al consejero señor Prada que se pasó al nefando campo de don Mariano Rajoy, razón por la cual la señora Aguirre lo destituyó fulminantemente, después de enterarse cumplidamente de dónde comía, con quién cenaba y cómo se lavaba los dientes.
La verdad es que estas prácticas, de revelarse ciertas -y tienen muchos visos de serlo- van a dejar en claro por fin lo que todo el mundo venía barruntando desde el sucio asunto del Tamayazo: que la política madrileña es una sentina y la gente que gobierna la CAM una manga de impresentables capaces de cualquier cosa, empezando por su presidenta cuya chulaponería y frescura no pueden ocultar un temperamento para el que todo vale con tal de alcanzar sus objetivos.
Por otro lado, según han ido evolucionando los acontecimientos, es de pensar que El País haya administrado sabiamente su información. Soltó el primer globo sonda hace un par de días, hablando de un gabinete de espionaje al servicio del señor Granados, lo que permitió que tanto éste como su jefa, la señora Aguirre, reaccionaran escandalizados, ofendidos, negando radicalmente y amenazando con todo tipo de acciones judiciales. Al día siguiente se añadía la noticia de que el espionaje afectaba al vicepresidente de la CAM, adversario político del consejero Granados, quien corrió a poner una denuncia. Hoy el periódico revela que el espionaje afecta asimismo al consejero Prada. Es como si hubieran tendido una trampa a los gobernantes implicados en este actividad para que patinen y se la den. Que es lo que han hecho, en compañía por cierto de sus perspicaces mentores mediáticos que ayer atribuían el espionaje al vicealcalde señor Cobos al alcalde mismo, señor Ruiz Gallardón.
En cualquier caso, de no ser porque de todos los confines llueven las más cerradas condenas que hablan de hechos "gravísimos", etc, etc, la verdad es que el asunto es de risa. Uno se imagina a los ex-agentes de la guardia civil y la policía nacional a las órdenes de un Mortadelo dando un golpe, una historia propia de la mejor tradición del país que tuvo su Bienvenido Mr. Marshall, como puede tener hoy su Rififí de Chamberí.
La verdad, no veo por qué tarda tanto en dimitir este hatajo de ineptos.
(La imagen es una foto de pt, con licencia de Creative Commons).