diumenge, 12 d’octubre del 2008

Sólo aciertan cuando se equivocan.

Sí, señor Rajoy, tiene Vd. razón, el desfile del Día Nacional de España es un coñazo, aunque quizá no sea Vd. la persona más adecuada para decirlo después del que dio Vd. el año pasado con eso del "orgullo de ser español" y semejantes sinsorgadas. Sinsorgadas que, dichas con su acento gallego, suenan no a coñazo sino a pura coña. Porque, como sabe Vd. , eso del "orgullo de ser español", como el de ser finlandés, congoleño, judío o mellizo es una bobada porque nadie puede estar orgulloso de lo que no depende de uno. Uno podrá estar orgulloso de ser un buen pintor, un buen cirujano, un buen albañil, condiciones en fin que se deben al tesón y al propio esfuerzo. Pero estar orgulloso de haber nacido aquí o acullá cuando uno no nace sino que "lo nacen" es una muestra de lamentable cortedad mental. Y no quiero señalar. La condición de español en sí misma no es mejor ni peor que la de filipino, estadounidense o miskito. Otra cosa es el "kit" que acompaña a cada una de ellas; el de estadounidense, un momio; el de miskito, pues en fin... ¿Ser europeo? Una suerte. ¿Ser somalí? Una desgracia. Pero deje Vd. el orgullo aparte, buen hombre, que no tiene nada que ver con esto.

Y hay más. Ese "Día Nacional de España", doce de octubre, acumula tanta hojarasca patriótico-simbólica que el "coñazo" suyo, señor Rajoy alcanza el orden del "cojonazo", aunque no estoy seguro de que conceda Vd. a mi hallazgo lingüístico la equivalencia con el primero. El Doce de octubre era en tiempos pasados, los de Franco por ejemplo, también el día de la Raza, asunto del que el general ferrolano creía saber un montón que para eso escribió una inenarrable novela con ese título que luego fue también film no menos inenarrable. Raza. Orgullo de raza, supongo, que pretende ser la vertiente "científica" del concepto más altanero y moral de "casta", pocedente del latín castus y del que a su vez se deriva "castizo" que es muy simpático. Porque eso de "raza", además, en el caso del pueblo español, mezcla y mestizaje de todo lo que ha pasado por aquí, celtas, iberos, griegos, fenicios, romanos, cartagineses, judíos, godos, suena aun más a coña que lo del orgullo.

También se celebra este día el de la "Hispanidad", término acuñado por el cura Zacarías de Vizcarra como pendant del de "cristiandad" y popularizado por Ramiro de Maeztu para celebrar el espíritu del imperio pero al que, debidamente despojado de su retórica de dominación y destino, se puede utilizar razonablemente como un ámbito cultural caracterizado por aquel en el que se hablan las dos lenguas ibéricas mayoritarias, español y portugués. Por supuesto, sin olvidar las otras minoritarias. Porque eso es lo que da la verdadera proyección intercontinental a lo hispánico ya que el español es una lengua casi exclusivamente iberoamericana, mientras que el portugués tiene una presencia poderosa en África y más importante que el español en Asia.

Pero le confieso que lo que más coñazo/cojonazo encuentro en la festividad (al parecer como Vd.) es el desfile militar que sólo puedo entender como una concesión más de los "padres transicionantes", tan acojonados con los militares que respetaron el "Día de las Fuerzas Armadas" cuyo punto culminante era el Defile de la Victoria. Subrayado: de la Victoria. De la victoria de unos españoles sobre otros y que se estuvo celebrando hasta el último año de la vida del dictador. Ya no se llama "de la Victoria", pero sigue siendo un desfile, esto es, una exaltación del poder de matar de un Estado, una escenificación de la neurosis falócrata de nuestra sociedad con tanto cañón, tanto reactor, tanto paso firme, virilidad, corneta y decisión de matar. En nada afecta a esto el hecho de que los ejércitos dernier cri estén todos en "misiones de paz" por el mundo, impidiendo que los "salvajes" o "autóctonos" se entrematen y repartiendo leche en polvo. Si toca desfilar, desfilan siempre los mismos en un alarde de glorificación del ser humano-autómata, de la obediencia ciega, de la igualación, la uniformación y la desindividualización. Eso sí que atenta contra la dignidad humana. Lo dicho, señor Rajoy, un coñazo y un cojonazo.

Si por algo me merece respeto el doce de octubre es porque también es el día de la Virgen del Pilar, que era el nombre de mi madre.

Todo lo demás, señor Rajoy, tiene Vd. razón, un coñazo y un cojonazo. Y no le dé vergüenza decirlo, no espere a que lo traicione un micrófono.


(La imagen es una foto de Inmigrante a media jornada, bajo licencia de Creative Commons).