dijous, 14 d’agost del 2008

Crisis: todos somos keynesianos ahora.

No lo digo yo que lo he sido siempre incluso cuando la patulea de neoliberales o neoconservadores (que tanto da) llamaba a los keynesianos neanderthales; lo dice el sacrosanto The Economist de esta semana que es como la Biblia para los neoneos y que, a partir de ahora, puede pasar a ser la reedición del Manifiesto Comunista. ¡Propugnar el intervencionismo público para animar a la demanda cuando había quedado claro que eso era pecado mortal de lesa economía! Esta claro que los "progres" aprovechamos cualquier insignificante bachecillo para volver a nuestras andadas de implantar el más férreo comunismo.

El artículo de The Economist versa sobre el credit crunch, el "bachecillo" que lleva un año azotando los mercados financieros y unos meses zarandeando a la economía real en una crisis que ya mucha gente compara con la de 1929. O quizá no todos: para el señor Rodríguez Zapatero y su Gobierno hablar de crisis era de "antiespañoles" pues lo que había era una "desaceleración", un "frenazo", "descenso", etc. Hace escasas tres semanas que el señor Solbes descubría que la situación económica era mucho peor de lo que habían previsto. No hace falta un máster en Harvard para ver lo que veía cualquiera hacia el mes de febrero, esto es, nubes negras en lontananza . Así que en lugar de tomarse en serio aquellos signos premonitorios el Gobierno se dedicó a gastar el superavit alegremente en dádivas consuntivas: 2.500 euros por hijo o 400 euros de devolución a los contribuyentes por no citar sino las medidas populistas más señaladas, destinadas a comprar lealtades. El superávit desapareció por encanto y llevamos ya un par de meses arañando el déficit y eso sin haber hecho desembolso alguno productivo, o sea, keynesiano. Ahora no hay dinero para hacer eficaz la ley de igualdad, la de protección integral de las víctimas de malos tratos o la de dependencia. Eso se llama imprevisión y no es aceptable en los gobernantes.

No había crisis pero la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos se reunió ayer en mitad de las vacaciones durante seis horas para hacer frente a la situación con un conjunto de medidas para lo que queda de 2008 ¡y 2009! Estos eran los que decían que hacia junio o julio pasados la situación se reconduciría y los indicadores volverían a la normalidad. Ahora nadie data la recuperación para antes de 2010 y, si somos realistas, teniendo en cuenta que se trata de una crisis inmobiliaria muy profunda, deberíamos hablar a más largo plazo, hacia 2012 o 2013,pero eso es pedir mucho a unas gentes que sólo han visto el elefante cuando los ha aplastado.

Hoy se prevé que el Consejo de Ministros vise las medidas que la Comisión Delegada aprobó ayer como plan de emergencia para salir de la no-crisis. Será hoy cuando se verá si el Gobierno se ha tomado en serio la gravedad de la situación o sigue trivializándola. Por lo que trascendió ayer da la impresión de que lo que se pretende es quedar bien con todo el mundo (excepto con los funcionarios, supongo) y dar las paladas correspondientes de cal y arena. Se suprime el impuesto sobre el patrimonio y, con otras medidas, se reducen los ingresos del Estado; pero se promete que se mantendrá el gasto social y al tiempo se destinan 20.000 millones a aliviar a dos sectores en concreto, las PYMES y el sector inmobiliario. Me parece bien lo de ayudar a las PYMES y sigo sin ver claro lo de las inmobiliarias de las que no me fío un pelo pues creo que van a intentar saquear las arcas públicas mientras siguen agobiando a la gente. En todo caso alguien va a pagar todo esto a través de las políticas de "austeridad" que van a castigar con especial dureza a los jóvenes (los de "no nos falles"), las parejas hipotecadas y los pensionistas. Excepto lo del mantenimiento del gasto social (que ya veremos en qué queda) no veo nada aquí que no pueda hacer la derecha. Lo que falta (a no ser que no se haya filtrado y aparezca hoy) es política alguna de inversión pública para animar la demanda, recurriendo al déficit si es necesario que tenemos margen. Porque si se pretende colar como keynesianismo la agilización de trámites administrativos de empresas, del ejercicio profesional y el acortamiento de los plazos de declaración de impacto ambiental (hay que jorobarse: hasta el medio ambiente tiene que pagar los platos rotos), estará claro que el Gobierno habrá pasado de trivializar la situación a reírse de la gente ya directamente.

(La imagen es una foto del señor Rodríguez Zapatero en el despacho de don Manuel Azaña, de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).