Luego dicen que el teatro está muerto. Lo estará pero, si tienes una buena obra, una buena compañía y un buen director, la gente va a verte. Ayer se agotaron las entradas para Troilo y Crésida que ha puesto la compañía inglesa Cheek by jowl en las Naves del Español entre el 17 y el 26 de julio o sea, hasta hoy. Lleno a rebosar, sin un asiento libre en una tarde perdida de julio, al borde de un puente y hablada en inglés con sobretítulos en español. Tiene mérito.
Troilo y Crésida forma parte del repertorio menos visto, el maldito de Shakespeare. No recuerdo que se haya representado alguna vez en un territorio que yo controlara, mientras que sí he visto algunos Hamlets, Macbeths o Romeos y Julietas. No Troilos y Crésidas. Ni uno solo. Y tenía ganas de verla porque la obra trae una terrible mala fama como ambigua, contradictoria, incomprensible, atrevida, etc. Si se tiene en cuenta que la acción se sitúa en el mundo homérico del séptimo año de la guerra de Troya que, como se sabe, duró diez, es perfectamente comprensible porqué el mundo neoclásico, que fue del que arrancó la condena a Shakespeare, consideraba a éste como una especie de bárbaro gótico, dado que su idea de los griegos de los tiempos históricos es más medieval. Y muy original. El clasicismo de Shakespeare es romano. Ni una obra que yo conozca sobre la Grecia clásica porque Timon de Atenas es sobre otro asunto y Pericles es otro Pericles, príncipe de Tiro.
La Grecia de Troilo y Crésida es la Grecia heroica, homérica, casi diríamos, preclásica. Y tiene dos argumentos entrelazados como troncos de vides: la propia guerra de Troya en su séptimo año y la historia de amor/desamor entre Troilo y Crésida. Son dos argumentos que discurren entreverados pero son independientes. Es el caso que la historia está sacada de Chaucer quien probablemente la tomara de Bocaccio y éste de algún autor contemporáneo porque en la Iliada no está. Hay una mención a un Troilo, uno de los hijos de Príamo, muerto antes del comienzo de la guerra; y nada más. La historia de Crésida, epítome de la volubilidad femenina, causa de la matanza entre los hombres, pertenece al mundo medieval
La cuestión es, ¿por qué no se limita Shakespeare a contar la historia de los dos amantes y tiene que meter la de la guerra en general, modelada según los estrictos patrones descriptivos homéricos? Quiero decir: salen todos los personajes de la Iliada y salen como salen en el poema, los griegos Agamemnon, Menelao, Helena, Aquiles, Ayax, Patroclo, Odiseo, Néstor, Diomedes, Calcas, Tersites y los troyanos Príamo, Hécuba, Paris, Héctor, Andrómaca, Casandra, Eneas, Helenus, etc, los astutos, los soberbios, los necios, los prudentes, las posesas. (Aquí, una oportuna digresión: las posesas, las brujas y hechiceras suelen ser mujeres. Interesante el campo troyano que es donde se congregan éstas, botín del vencedor. En el campo aqueo no hay mujeres, salvo aquella por la que se ha organizado todo el pandemonium y que está en el campo troyano. Por eso hay unas Troyanas, pero nadie escribió unas argivas). Se trata de conseguir que Aquiles vuelva al combate, como en Homero; Odiseo monta una de sus estratagemas, siempre como en Homero y, por último, Héctor muere a manos de Aquiles.
La respuesta a aquella pregunta sólo puede ser que Shakespeare quería escribir su Iliada, con los materiales y personajes de Homero, pero con su versión de la historia. Que es su versión se echa de ver en que la guerra dura siete años y en que no es Aquiles quien mata a Héctor sino sus mirmidones. Es Héctor quien tiene a su merced a Aquiles y, con moral caballeresca del ciclo artúrico, le perdona la vida pues ningún caballero mata a un adversario desarmado y en el suelo. Los griegos, sí.
Por si no fuera menuda variante la de dar primacía a Héctor sobre Aquiles, Shakespeare nos trasmite su opinión sobre la guerra de Troya y, por extensión, sobre todas las guerras. La emite Tersites, parecido a un bufón, propio de la época y con licencia para decir verdades ante el Rey. "Todo el conflicto, dice Tersites, es a causa de una puta y un cabrón." Cierto, ciertísimo. Por eso cierra el ciclo el liberto al final animando al aqueo y al troyano de esta guisa: "¡Lucha por tu puta, griego!¡Pelea por tu puta, troyano!"Expresiones que he visto citadas decenas de veces en escritos pacifistas y antibélicos.
Así pues, una Iliada shakespeariana como nadie se había atrevido a hacer. El gótico entra a saco en la majestad serena del mundo clásico. Un neoclásico tenía que encontrar "bárbara" la versión de Shakespeare. Los dioses sólo aparecen invocados de pasada un par de veces, pero no se evidencian ni actúan. Todo lo mueve la pasión desatada y en una réplica de Héctor a Andrómaca que le pide que no vaya a la guerra, el troyano contesta que lo insulta porque un hombre prefiere siempre el honor a la vida. Código caballeresco (bárbaro desde el estilo neoclásico) de preferencia del honor que es superior al código homérico de la fama, la que persigue Aquiles. Por eso tenía que hacer superior a Héctor sobre Aquiles. Bárbaro pero muy eficaz.
El montaje de Donnellan es minimalista (no hay escenario, decorados, bambalinas y otra máquina, sino que todo se reduce a cambiar unos cubos de sitio) ligero, rápido, trepidante y prácticantemente sin música. Esto hace muy soportable, ágil, interesante una complicda historia que dura tres horas y en ningún momento decae el interés. Las tiradas shakespearianas, en las que florecen tropos como en los jardines barrocos, se acompañan de mucha y permanente acción con lo que no cansan ni dejan que la obra se deslice hacia lo declamatorio e impostado, cosas que matan el teatro. Los actores son magníficos y trabajan entregados. Aquiles sobreactúa para mi gusto y Héctor está sublime.
En algún lugar de internet he leído un interesante trabajo de explicando que fue Cernuda quien tradujo al español a Troilo y Crésida y preguntándose qué vio el poeta en la obra troyana. Aparte de lo que pudiera haberlo atraido el carácter explícito de la homosexualidad de Aquiles, la inversión del gradus honoris entre Héctor y Aquiles tiene mucho interés como mundo alternativo.