Comparado con el congreso del PP, el 37º del PSOE ha sido una balsa de aceite. Demasiado balsa de aceite para mi gusto pues siempre prefiero que haya algo más de controversia y menos autoadmiración. En todo caso, el acontecimiento dio una indudable imagen de unidad de propósito, integración y sentido de la innovación, cosas ellas no tan fáciles de reunir como debiera ser en un partido político. Que el señor Rodríguez Zapatero haya salido reelegido secretario general con más del noventa y ocho por ciento de votos favorables era de esperar y es hasta razonable. Entre los nombramientos nuevos la prensa destaca la consolidación del señor José Blanco como vicesecretario general. Quienes quieren derribarlo, que son algunos, tienen un trabajo difícil pues el hombre parece haber blindado su mucho poder. Ascenso también para Leire Pajín que ocupa la portavocía que deja libre el señor Blanco. Da la impresión de que si el primer nombramiento obedece a la intensa colaboración entre los señores Rodríguez Zapatero y Blanco durante la legislatura anterior, el segundo está más en la línea de las relaciones de poder e influencia dentro del PSOE, algo que no es privativo de este partido sino norma frecuente de actuación en muy diferentes órdenes, algo tan típico del país como el Sacromonte de Granada y nada tan original.
Se confirma lo escrito en el post de ayer: el PSOE tratará de institucionalizar los avances de la vida social, para lo cual tendrá que demostrar (y demostrarse a sí mismo) que, en efecto, son avances sociales, es decir, aumentan en algo el grado de bienestar de la sociedad o aportan algún conocimiento nuevo y, en consecuencia, la gente está dispuesta a dedicarle algún tiempo de su vida El tiempo es la única y verdadera unidad de medición del valor. Entre los avances sociales aparece la laicidad del Estado, el aborto y la eutanasia, posibilidades de mejorar la vida de la gente sobre el planeta y que ya de antemano se sabe ganará al PSOE y al Gobierno la hostilidad de la Iglesia a través de sus medios de comunicación.
De momento, el señor Rajoy ha respondido con la ineptitud que lo caracteriza que el señor Zapatero se ocupa de lo que no importa a nadie, lo cual es absurdo por que sí importa. Hace falta ser merluzo para pensar que a la gente no le importa cómo se le pondrán las cosas a la hora de la muerte, por la que hemos de pasar todos. Verdaderamente merluzo. Otra cosa es preguntarse si es lo que más importa a la gente en un momento de crisis económica, inflación, paro e impago de hipotecas. Pero apreciar esto implica ver que la oposición es también cuestión de matices y no suele haber sitio para los matices en la oposición del PP.
(La imagen es una foto de Pablo Garp, bajo licencia de Creative Commons).