Ahora que ya se puede hablar de crisis porque el presidente ha conseguido superar su curiosa imposibilidad glótica, parece que han decidido salir todos a la tribuna a anunciar males sin cuento. Ya no debe de ser antipatriota expresarse como lo hace el gobernador del banco de España, señor Fernández Ordóñez, que adquiere tonos churchillianos por instantes. Ayer nos auguraba que todavía nos esperan tiempos peores y, en general, los vaticinios son muy negros en todos los órdenes. En un artículo de Francisco Martín Seco en InSurGente, titulado ¿Crisis o recesión? el autor recuerda que el déficit por cuenta corriente español es el 10% del PIB y que, en las condiciones actuales de restricción del crédito, eso es una situación explosiva. Porque menuda carga financiar un déficit del 10% del PIB. Lo que quiere decir que eso de que estamos en mejor situación que nunca para hacer frente a las vacas flacas, según dice el señor Rordríguez Zapatero suena a muy poco convincente.
La cascada de malas noticias, que predispone los espíritus a noticias todavía peores, con lo que en verdad se producen y el descenso no conoce fin es un mecanismo fatal del que será imposible salir en tanto no se recupere la confianza. Todos los expertos afirman que la crisis es una crisis de confianza. Pero recuperar la confianza es algo muy sutil y delicado que nadie puede predecir. Lo que está ya claro es que había una crisis, ya veremos si se traduce en recesión o no (lo más seguro es que sí si el señor Solbes sigue diciendo que no) y que en buena parte, su gravedad viene condicionada por la estrambótica, absurda resistencia del señor presidente del Gobierno a pronunciar la palabra.
(La imagen es una foto de Trinitas Imaging\Oodit, bajo licencia de Creative Commons).