Un nuevo caso de presunta corrupción municipal, esta vez en Estepona, en la baqueteada y alquitranada Costa del Sol malagueña, viene a afianzar la fama internacional de España como paraíso de la corrupción en el gobierno local. No hace mucho el señor Vladimir Putin que de esto de corrupción sabe lo suyo, acosado en una rueda de prensa sobre algún feo asunto en su país se revolvía como un tigre de Siberia en la jaula y recomendaba a sus críticos que, en asuntos de corrupción, echaran una ojeada a España.
España, país fabuloso, nido de alcaldes ladrones. ¿Todos? De esto es de lo que se trata en las seis consideraciones siguientes sobre la corrupción.
I.Todos no. No se puede ni se debe generalizar. En España hay más de ocho mil municipios. La inmensa mayoría de alcaldes y concejales es gente honrada que cumple con su deber. Los malhechores son una exigua minoría. Pero ¡cuánto ruido hacen!
II.Hace años que la sabiduría política vulgar afirma que cuanta más descentralización de las instituciones, mayor y mejor demoracia se tiene, hasta el punto de que la federación se reputa más democrática que el Estado unitario porque sí. El nivel en el que más se predica la democracia es en el nivel local porque, se dice, la administración está más cerca de los administrados. Es verdad; pero es lo único que es verdad. Los países descentralizados no son más democráticos o menos corruptos que los centralizados o unitarios.
III.Todos lo son en la misma proporción y en parte ello se debe precisamente a lo cercanos que están los políticos a la población que así los compra siempre que puede. La causa de buena parte de la corrupción local está en la forma de financiación de los ayuntamientos: la recalificación y posterior adjudicación de terrenos en condiciones muy favorables y que, una vez construidos, permiten verdaderos "pelotazos" y enriquecimiento espectacular. Es divertido ver qué ostentosos son estos mangantes luego en la vida civil y en qué se gastan los dineros que afanan.
IV.Como era un águila para los negocios, el difunto Jesús Gil y Gil olisqueó las oportunidades que un gobierno municipal ofrecía a alguien que supiera gestionarlo como una empresa inmobiliaria en sucio. Para ello fundó su partido, el GIL, que alguien podría considerar el elemento simétrico del GAL en el Norte, salvando todas las distancias, por supuesto. GIL significaba Grupo Liberal Independiente. Una ideología montada al albur de las letras de un apellido. Tamaña idiotez se presentó a las elecciones municipales de Marbella y obtuvo la mayoría absoluta con uno de esos discursos antipolíticos, de populismo tecnocrático que iguala la política con la corrupción. Como Fujimori en el Perú. Y como Fujimori en el Perú, gobernó teniendo como único norte enriquecerse, es decir haciendo aquello que más había criticado antes. Así que, años después, con la operación Malaya cabe decir que los marbellíes tienen lo que ellos mismos eligieron. Sentó un ejemplo que llega al día de hoy puesto que en Estepona hay algún concejal del GIL.
V.No se limita el asunto al GIL. Pringados en la corrupción están casi todos los partidos, especialmente los dos mayoritarios del Estado y muchas organizaciónes de ámbito local al estilo de "Independientes de Cabrahigo de Abajo". Parecen estar menos tocados los partidos nacionalistas e Izquierda Unida, si bien esto quizá se deba a que disponen de menos poder municipal y el que tienen está más vigilado por la oposición. Aunque hay veces en que el alcalde corrupto tiene comprada hasta la oposición.
VI.En el caso concreto de Estepona la reacción del PSOE (el alcalde es socialista) ha sido fulminante pues ha expulsado a todos los militantes que estén implicados en el nuevo escándalo y, con cierta arrogancia, invita al PP a hacer lo mismo. Es posible que alguien encuentre encomiable esta medida por lo drástica y tajante. A mí no sólo me parece injusta, sino bombástica, propia de quienes tienen mala conciencia. Es posible que, llegado el momento, la justicia condene al alcalde Barrientos y a sus cómplices. Hasta es muy probable, si se quiere. Pero, por ahora, estas personas son inocentes y la expulsión es una medida que prejuzga, esto es, es injusta. Supongo que con suspender a los implicados en la militancia se habría atendido a los intereses del partido sin atropellar los derechos de los afectados. Al respecto me viene a la memoria el caso del primer presidente (socialista) de Castilly León, Demetrio Madrid, que se vio obligado a dimitir cuando la oposición, en especial el señor Aznar, lo envolvió en una tela de araña judicial que lo obligó a dimitir sólo para que un par de años después la justicia lo absolviera con todos los pronunciamientos favorables. Para entonces el daño estaba hecho.
(La imagen es una foto de Donmatas1, bajo licencia de Creative Commons).