N.B. Antes de empezar, si alguien quiere ver qué oculta la bandera estadounidense que haga click sobre ella. De nada. Es un obsequio de mi amigo Tom Cahill.
Al grano: al momento de ir a dormir anoche, con el 47% del voto escrutado en las primarias de Virginia Occidental, la señora Clinton iba ganando por 65% contra 28% del señor Obama. Por supuesto, en el campo republicano, Mr. MacCain se ganaba a sí mismo con un 75% del voto. Pero la carrera republicana por la nominación hace ya dos meses que acabó con el triunfo del veterano de Vietnam. La cosa se concentra en los dos demócratas, la mujer y el afro-americano.
Con este triunfo tan abultado, la señora Clinton espera recuperar fuerzas para seguir en su empeño sin renunciar a la nominación. Eso es tesón y perseverancia, sí señor.
Pero para llegar a la nominación hace falta algo más que tesón y perserverancia. Hacen falta delegados. A estas alturas, el señor Obama cuenta con 1.875, esto es, el 92,6% de los 2.025 que se necesitan para obtener la nominación mientras que la señora Clinton sólo cuenta con 1.690, el 83,5% de los 2.025. Los delegados que quedan por atribuir, contando los de Virginia Occidental y sin contar los de Michigan y Florida, que están en globo, son 274. Aunque la señora Clinton ganara todas las primarias pendientes por el 100% de los votos contra cero del señor Obama y se adjudicara todos los delegados se quedaría en 1.964, a falta de 61 mientras que al señor Obama le bastará con 150 (de los 274) para llegar a los 2.025 que garantizan la nomonación. Como quiera que, a diferencia de lo que hacen los republicanos, que calculan las primarias por el sistema mayoritario, los demócratas van por el proporcional, hay bastantes posibilidades de que el señor Obama llegue a la convención demócrata con sus 2.025 delegados.
La señora Clinton lo tiene muy crudo.