En un comentario al post de ayer titulado La estafa del ladrillo Pedro Robledo sostenía que lo que en él se relataba no era algo extraordinario sino relativamente frecuente e incluía un enlace de Periodista digital en el que se daba cuenta de que el Gobierno "socialista" de Castilla-La Mancha pretende comprar a El Pocero los miles de viviendas que éste ha construido en Seseña, para que el pobre no pierda dinero. El asunto es tan indignante que supera los límites de los debates sobre políticas públicas para entrar de lleno en el terreno de la arbitrariedad, el abuso y, probablemente, la estupidez de unos gobernantes a los que se engaña con diez de pipas. Hay que decir al señor Barreda, presidente de la Junta de Comunidades, lo mismo que al señor Chaves: que si quieren resolver los problemas de estos constructores por razones que ellos tendrán, que lo hagan con el dinero de su bolsillo, no con el de todos los españoles.
Porque ahora resulta que si la demanda cae (esto es, la gente no compra un bien), el Gobierno interviene no animándola con medidas indirectas, sino obligándola a comprar por persona interpuesta empleando para ello el dinero de los impuestos con lo cual la gente compra (pues es su dinero el que se gasta) en contra de su voluntad, a los precios que quieren los señores del ladrillo y, además, no recibe nada a cambio. Es un keynesianismo de sinvergüenzas, un irritante expolio.
Entre tanto, las asociaciones que representan los intereses de los constructores ya han respondido al señor Solbes (el único socialista que ha hablado como un hombre de izquierda) del modo más agrio posible, descalificando su actitud, consistente en dejar que el sector se ajuste solo, como hace cada hijo de vecino, amenazándolo con acusarlo de ser responsable de la crisis, tratando de chantajearlo con el aumento del paro y argumentando de una forma totalmente inaceptable. El señor Guillermo Chicote, presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE), dice que "han generado una cantidad de impuestos a corporaciones locales, Estado central y autonomías de no te menees. Algo extraordinario. Entonces nadie lloraba." ¿No es increíble? Es tal la prepotencia y la codicia de estos sujetos del ladrillo que pretenden que se les reconozca como mérito el haber cumplido con su obligación de pagar impuestos, como hacemos todos; y si ellos han pagado más (que habría que verlo) es porque han ganado más. Mucho más.
El dinero que administran los gobiernos socialistas no está para resolver problemas de empresarios, bancos, etc y salvarlos de la suspensión de pagos, sino para atender a los objetivos redistributivos y desarrollar políticas sociales que favorezcan a los más desprotegidos.
(La imagen es una foto de Herr Böb, bajo licencia de Creative Commons).