diumenge, 13 d’abril del 2008

Italia vota.

Lo que nunca perdonaré a la Unión Soviética es que, al desaparecer por el escotillón de la historia, dejara el camino expedito a la derecha en todo el mundo que, convencida de que ya no hay peligro alguno en el horizonte y de que no es necesario esforzarse mucho en política, empezó a mandar a este importante menester a lo más tonto de su reserva. Gente como Bush, Aznar o Berlusconi, personajes que todo cuanto tienen de vacuos y necios lo tienen de soberbios y malintencionados, con discursos hechos de falacias, provocaciones y embustes; verdaderas plagas de Egipto en su arte para romper todos los mecanismos de la racionalidad política ordinaria.

Bush y Aznar están ya, por fortuna, prácticamente fuera del circuito del mando. Pero el amigo Berlusconi, como una tenaz garrapata, se presenta y aspira a ganar por tercera vez lo que, de suceder, nos garantizará nuevas sesiones de payasadas en los medios, cortes de manga y gestos y dichos obscenos en abundancia; vamos, lo propio de su nivel. La verdad, no acierto a comprender cómo los italianos, una gente muy civilizada, animosa, crítica, pueden votar a este pájaro sabiendo que en sus gobiernos anteriores no alcanzó a diferenciar claramente entre caudales públicos y peculio individual, entre el aerarium y el fiscus caesaris, puso la majestad de la ley al servicio de sus trapacerías personales y dio varias veces la nota en público con comentarios de una estupidez subida.

El hecho es que los últimos sondeos en Italia (en donde la prohibición de publicarlos abarca los quince días anteriores al de la votación) daban ganador a Berlusconi por unos cinco puntos porcentuales. Durante estas dos semanas últimas de campaña, sin embargo, parece que el candidato de la izquierda, Walter Veltroni que, por cierto, dice que no es de izquierdas, sino progresista, o sea algo parecido a los Clinton y que ha tomado prestada la consigna de Obama, ha ido comiendo terreno y no me extrañaría que en estas elecciones del 13/14 de abril, se alzara con una lucida victoria, a pesar de no haber aparecido casi en la televisión, dominio privado de su rival.

Para adapatarse a las exigencias de la vigente ley electoral (de diciembre de 2005), a la que su propio defensor, el diputado Roberto Calderoli, ya definió como porcata, los dos dirigentes se han propuesto presentarse con un solo partido en lugar de sendas coaliciones que, como se ha visto ya, están a merced de los partidillos que las componen. Y han cumplido su propósito sólo a medias: la izquierda está representada por el Partito Democrático, en el que se han fundido los radicales que no presentan listas propias y con el que está aliado el partido de Antonio de Pietro, fiscal de "manos limpias", Italia dei valori. Veltroni ha decidido prescindir de los varios partidillos comunistas que han constituido una coalición por su cuenta, llamada La Sinistra-Arcobaleno ("La izquierda - Arco Iris") dirigida por Fausto Bertinotti y compuesta por Rifondazione Comunista, Partito dei Comunisti italiani, I verdi y Sinistra Democrática. Otros partidos de izquierda han decidido participar en las elecciones por su cuenta: Partito Comunista dei Lavoratori, Sinistra Crítica, Partito de Alternativa Comunista, Partito Socialista, etc.

A su vez, en el lager de la derecha, movimiento centralizador similar, aunque con menos éxito que la izquierda. La coalición que dirige Silvio Berlusconi, Popolo della Libertà, engloba a los partidos Forza Italia y la Alleanza Nazionale, de Gianfranco Fini; la Lega Nord sólo presenta candidaturas en el centro-norte del país, mientras que el Movimento per l'autonomía sólo lo hace en el centro-sur.

La ley, tiene un efecto multiplicador muy fuerte: el partido con más votos a escala nacional recibe el 55% de los escaños en la Cámara de los Diputados, lo que viene a ser 340 escaños de 600. Esta disposición fabrica mayorías cómodas en la cámara baja, pero no así en el Senado, en donde el cálculo para la porcata se hace por circunscripción, esto es, la región y el resultado suele estar muy igualado. Como ambas cámaras en Italia tienen idénticos poderes, la falta de mayoría en el Senado pone en peligro la continuidad del gobierno aunque tenga mayoría en la Camera dei Diputati.

Es decir es muy posible que los italianos estén votando hoy y el lunes para dar a luz una situación muy similar a la del inestable Gobierno de Romano Prodi, que no llegó a los dos años, cosa frecuente por lo demás en la Italia de la posguerra. Espero de todos modos que gane Veltroni que es un hombre de la izquierda de hoy, socialdemócrata.

En cualquier caso ambos candidatos han prometido suprimir el impuesto de circulación de vehículos. He aquí un territorio en el que si los políticos quieren innovar tienen una mina: los coches. Por ejemplo, ¿qué tal si, en lugar de andar recortando impuestos directos y devolviendo pellizcos, como si fuera Robín de los bosques, el gobierno de España renunciara al impuesto de carburantes? Eso sí que aliviaría las economías más débiles y fomentaria el crecimiento, que es de lo que se trata. Por ejemplo.

(La imagen es una foto de Alessio85, bajo licencia de Creative Commons).