Otro bombazo en otra casa del pueblo en otro pueblo de otra Euskadi. Esto es tenacidad, sí señor. ETA funciona como un mecanismo de relojería. Cada tanto, bomba. Con la misma inteligencia que un mecanismo de relojería. Cada tanto, bomba y cuando se pueda, un muerto. Todos de inmediato condenan, excepto ANV que no va a condenar a los suyos. Los demás quieren echarlos pero no pueden porque los concejales de Izquierda Unida no condenan. Es que hace falta un par para condenar a ETA en un pueblito de Euskadi. Y estos de IU son un par pero no lo tienen.
Debe de ser verdaderamente muy incómodo que, por un lado, anden todo el día diciéndote que estás vendido a ETA, que no haces más que negociar con ella, que estás genuflexo ante ella y por otro esa misma ETA esté matando a tu gente o bombardeando las casas del pueblo en Euskadi. Muy incómodo. Y no se entiende cómo algunos sujetos, que deben de tener el rostro de hormigón, salen a los medios escritos, hablados o vistos a decir que los socialistas siguen negociando con ETA. Sería de esperar que con esta última bomba de la organización armada de cretinos se terminara la cantinela de la negociación con ETA con estribillo de venta de Navarra. Pero nunca se sabe. También lo del 11-M estaba claro ya al día siguiente y jurídicamente desde el fallo de la Audiencia Nacional en octubre de 2007 y, si se dan Vds. una vuelta por Libertad Digital encontrarán al infatigable Luis del Pino reconstruyendo su particular 11-M con otra revelación contenida en aquel Trocito de móvil, una fábula tan alambicada como alguna de Gaston Leroux.
Lo peor de la estupidez es que es muy pegajosa y, cuando se instala en alguna parte, es muy difícil desalojarla. En gran medida, la lucha contra ETA es la lucha contra la estupidez, tanto más complicada cuanto que, además, hay que hacerlo luchando contra la estupidez de los propios aliados.
(La imagen es un grabado de Katsushika Hokusai, Fénix 1842-45).