Silenciadas las fanfarrias, acallados los clamores, apagadas las luminarias, después de una noche de reparador descanso, se impone una reflexión más serena sobre lo sucedido el domingo pasado. A las elecciones les ocurre como a los terremotos que primero te sacuden y sólo más tarde vas tomando conciencia del alcance del desastre. Al día de hoy, en que ya se han anunciado movimientos en tres de las fuerzas políticas que han salido descalabradas, puede verse mejor cuáles son las posibilidades de cada uno.
Aunque por razón de su importancia numérica correspondería tratar en primer término al PP, el hecho de que esté prevista para hoy una "importante" declaración de su líder, señor Rajoy, que ya parecía la dueña dolorida la noche del domingo, aconseja aplazar el comentario a mañana y comenzar el de hoy con IU y el señor Gaspar Llamazares.
La coalición de izquierda fundamenta su agravio en dos tipos de consideraciones: uno de carácter "técnico" y otro más de "fondo". En cuanto al técnico, la crítica se dirige a la injusticia del sistema electoral y la necesidad de reformarlo. Sin negar que el sistema electoral es bastante absurdo ya que, siendo oficialmente proporcional, tiene efectos más desproporcionales que algunos sistemas mayoritarios, la pretensión de reforma es endeble por varios motivos. En primer lugar es poco viable ya que la reforma del sistema necesitaría el acuerdo de los partidos que se benefician de él, lo que es poco probable. Téngase en cuenta además que se benefician prácticamente todos los partidos excepto los pequeños de ámbito estatal, esto es, los grandes de ámbito estatal y algunos pequeños de ámbito autonómico, mientras que otros se ven perjudicados pero no tanto como IU y UPyD. Perjudicados, pues, claramente IU y UPyD, en total, tres diputados, poca cosa para presionar a la cámara.
Pero es que, además, está por ver que sea conveniente reformar el sistema en un sentido que favorezca a los pequeños partidos de ámbito estatal, lo que podría llevar a un multipartidismo atomizado que haría el sistema ingobernable, como sucede en Italia. Porque supongamos que el sistema permitiera que el 3,8% del voto de IU se convirtiera en el 3,8% de los escaños, esto es, 13/14 diputados. Tampoco esa cantidad de escaños avalaría los discursos algo grandielocuentes de la izquierda "transformadora". Con 12/13 diputados se "transforma" poco. ¿Por qué no consigue IU el 35/40% del voto, lo que le daría una representación que le permitiría actuar con eficacia? Porque tendría que pasar de un discurso minoritario a otro mayoritario, y no quiere; quiere seguir siendo minoritaria (porque se ve más auténtica) pero también condicionar las decisiones mayoritarias y eso no suena bien, ¿verdad? Acusar a la "socialdemocracia" de aguar su discurso izquierdista para satisfacer a las masas y ganar elecciones, y pretender luego que esa socialdemocracia aplique las medidas que propone la minoría "transformadora", incluso "revolucionaria", no es congruente.
Ello nos lleva a las cuestiones del "discurso", las que llamábamos antes "de fondo", lo que obliga a empezar por el sedicente "voto útil". Esa es queja frecuente de IU que ayer vino avalada por el señor Acebes cuando, con su habitual objetividad, dictaminó, prácticamente sin saber de qué hablaba, que muchos electores socialistas habían votado al PP mientras que los de IU y los nacionalistas radicales lo habían hecho al PSOE. Pruebas no presentaba ni una. De ese modo lo mismo puedo decir yo (y hasta me parece más lógico) que los electores socialistas pueden abstenerse o no, pero no votan al PP; en cambio, sí veo a muchos electores de IU, de esos que dicen que PP y PSOE son lo mismo y que heredan el tradicional odio de los comunistas a la socialdemocracia, votando al PP antes que al PSOE. Así que lo del voto útil vamos a esperar un poco para aclararlo.
Pero es que hay más. Esa permanente acusación de IU y su entorno en el sentido de que el PSOE no es la "verdadera" izquierda sino que es, en el fondo y la forma, la cara amable de la derecha, presupone que IU sí representa un genuino contenido de izquierda y pienso que sería bueno que, de una vez por todas lo especificara. A los diecisiete años del estrepitoso hundimiento de los sistemas comunistas (por cierto, sin que los comunistas hayan dado una explicación aceptable de tan portentoso hecho) exactamente ¿en qué consisten las propuestas comunistas ahora y para el futuro? ¿En qué se distinguen de las socialdemócratas? La fórmula de la campaña de IU nos da la clave: "más izquierda"; esto es, no hay diferencia alguna con la socialdemocracia sino solamente una cuestión cuantitativa. Que yo sepa, la izquierda de IU, el PCE, no propugna la socialización de los medios de producción, ni el establecimiento de la dictadura del proletariado, acepta la democracia formal ("burguesa") y hace muchos años que no habla ya de "expropiar a los expropiadores".
Si la diferencia entre la "izquierda de la izquierda" y la mera "izquierda" es cosa cuantitativa pero no cualitativa, ¿qué de extraño tiene que IU carezca de un perfil nítido, claro, diferenciable del de la socialdemocracia? No voy a recordar cómo cuando la socialdemocrcia europea (junto a otras fuerzas políticas democristianas y hasta liberales) erigió el Estado del bienestar, la "verdadera izquierda", el comunismo, lo rechazaba considerándolo una artimaña de la burguesía para engañar al proletariado y seguir explotándolo. Hoy esas misma izquierda pretende dar lecciones a los demás acerca de cómo proteger y conservar las grandes conquistas del Estado del bienestar como los sistemas públicos de pensiones, la seguridad social universal pagada con cotizaciones y no por capitalización, la contratación colectiva, el seguro de desempleo, la educación universal y gratuita. Ha pasado de atacarlos por falsos a defenderlos por verdaderos y a acusar a quienes los pusieron en marcha de traicionarlos. En verdad es demasiada suficiencia.
La izquierda tiene que aclararse y resolver esa división entre la comunista y la socialdemócrata que no lleva a ningún sitio. Y, probablemente, lo más sensato para resolverla sea la configuración de una organización unitaria que forzosamente habrá de hacerse bajo la hegemonía socialdemócrata que tiene mucho más apoyo que la izquierda comunista. Aquí surge de nuevo la última crítica que estos días ha venido formulando el señor Llamazares y que viene a ser su último refugio: el bipartidismo tendencial de la sociedad española niega, agosta su natural pluralismo. Dicho así, parece verdad; pero sólo lo parece, ya que es una falacia. Los EEUU son un país bipartidista estricto: ¿cree el señor Llamazares que la sociedad estadounidense (que comprende muchas razas, religiones, culturas) es menos plural que la española? ¿Lo es la sociedad inglesa, también básicamente bipartidista? El pluralismo social y el sistema de partidos no tienen mucho que ver.
Mañana examinaremos la resaca del PP y, al día siguiente la de ERC, la otra gran perdedora del domingo pasado.
(La foto es de Jaume d'Urgell bajo licencia de Creative Commons)