El día primero del año no existe a efectos civiles. Es una curiosa forma de comenzar un año, negándolo. El día primero de enero es el descanso de la noche del treinta y uno de diciembre. Pasamos el día uno del año durmiendo la mona de la noche anterior. En este día no hay periódicos, que siguen siendo los reyes de los medios, digan lo que digan los de las teles. Y como no hay medios, no pasa nada. Bueno, pasa, pero no nos enteramos. Nos enteraremos en diferido, lo que se lleva bastante mal en la época de la comunicación en tiempo real.
Hay una tendencia a hacer y decir gansadas en las dos jornadas última y primera de cada año: profecías, por ejemplo, o balances o repasos de deseos y promesas. Los balances o inventarios (que también suelen hacerse en el comercio por estas fechas para cerrar el año) son los más socorridos. Uno muy popular es contar a los muertos en el año y donde más se ve el carácter artificial de toda datación. Entre los muertos de este nadie ha olvidado recordar a Fernando Fernán Gómez. He echado en falta, sin embargo, a Guinovart, uno de los más recientes; pero puedo no haberme enterado. Lo que sí me ha sorprendido es el hecho de que Yeltsin haya fallecido este año. En el tiempo histórico o político, el hecho por los hombres, Yeltsin había fallecido en 1999, cuando presentó su dimisión como presidente de Rusia y lo sustituyó el señor Putin que ahora maniobra para perpetuarse en el poder.
Se sigue ronroneando con las noticias del día treinta, la famosa manifa de los curas en favor de los casados según el sacramento del matrimonio. Y ahí está el debate, que si la Iglesia se mete en donde no la llaman o que si puede haber auténtica moral pública si no es católica; que supongo sea lo que habrá querido decir ese clérigo creo que valenciano para quien el aborto o el matrimonio gay o alguna de esas prácticas supone un peligro ¡para la democracia! Padre, perdónalos porque no saben lo que dicen. Como el otro, que asegura que la legislación de igualdad de sexos es un retroceso en materia de derechos humanos. Es imposible razonar con quien hace proposiciones absurdas porque es evidente que no las hace para razonar sino para gritar y agredir.
Piensa uno que sobre la Iglesia está todo dicho; pero no todo hecho. Leo en El Plural, que cita el blog de Ignacio Escolar, Escolar.net, que los paneles de las autopistas de Madrid, con el cuento de informar sobre las calles cortadas al tráfico, anunciaban el encuentro en loor de la familia. ¡Qué barbaridad! Están a la que salta. Supongo que así es como se ganan las elecciones: mesmerizando al electorado.
Me va lo de los augurios. Me gusta escucharlos porque informan mucho sobre lo que preocupa a la gente. Y en punto a malos augurios el año comienza con tres muy claros, como tres amenazas pendientes sobre nuestras tranquilas cabezas de burgueses occidentales, la del desastre ecológico, la de la crisis económica y la de la crisis humanitaria. La conciencia del riesgo ecológico ha aumentado sobremanera en 2007. Como relámpagos en el horizonte tenebroso se abrían las tres posibles causas del desastre ecológico planetario, el envenenamiento de la biosfera, el agotamiento de los recursos o el efecto invernadero y hemos pasado buena parte del año imaginando escenas apocalípticas.
La crisis económica lleva meses anunciándose y algunas de las previsiones la considera peor y más duradera que la de 1929. Es posible. Al fin y al cabo somos los seres humanos los que hacemos la historia sin tener ni idea de lo que hacemos porque improvisamos. Nos gusta pensar que los fenómenos históricos se asemejan unos a otros porque esperamos así encontrar instrumentos para comprenderlos imitados del pasado. Pero esto es absurdo porque los fenómenos históricos no se repiten.
En cuanto a la crisis humanitaria es término de empleo frecuente pero siempre de alcance territorialmente determinado. Es hora de advertir que es un fenómeno generalizado, global, típico de nuestra época, razón por la cual cabe hablar de una crisis humanitaria a nivel planetario. Basta con observar las cifras de los movimientos migratorios en el mundo o, mejor dicho, los desplazamientos en masa de poblaciones enteras, tanto por razones económicas como políticas, étnicas o criminales o varias al mismo tiempo. Debe asimismo dejarse constancia de que en muchos casos de desplazamientos en masa de población por motivaciones políticas se trata de conflictos que se ventilan a tiros en el curso de guerras y guerrillas que pueden haber durado años y que siguen vivas a día de hoy, cuando hay más guerras en marcha al mismo tiempo que nunca antes.
Bien pensado, es conveniente tomarse un día de respiro.