diumenge, 28 d’octubre del 2007

Veinticinco años después.

Para conmemorar el vigésimo quinto aniversario del triunfo socialista el 28 de octubre de 1982, Informe semanal, de TVE1 ofreció ayer una entrevista con Felipe González. Haciendo tiempo para verla recaí en Tele Madrid donde a esa hora, en un telediario o algo así, estaban hablando de lo mismo, el vigésimo quinto aniversario. Tuve ocasión de escuchar breves parlamentos de los señores Melchor Miralles, de El Mundo, y de Gutiérrez. Ambos vertieron todo el cieno, basura e ignominia que pudieron sobre el señor González: los GAL, Filesa, Malesa, Roldán... Que personas como éstas, señores Miralles y Gutiérrez, pretendan condensar los más de trece años del Gobierno de Felipe González en tales asuntos cuando, por el tiempo trascurrido, la historia los tiene ya conceptuados como la etapa de la normalización exterior de España, generalización del Estado del bienestar, desarrollo de las instituciones, consolidación de las autonomías y despegue como sociedad abierta y postindustrial, dice más sobre su fibra moral que sobre lo que quieren demostrar. En todo caso, está ya clarísimo qué lugar ocupa cada uno en esta y otras historias.

La entrevista estuvo muy bien y el señor González exhibió una vez más sus magníficas cualidades. Aunque no creo haberle oído mencionar ni una sola vez al señor Aznar, anoche quedó claro que no solamente supo ser mucho mejor presidente del gobierno que él, sino también mucho mejor ex presidente. Lo que pudo verse en las pantallas anoche es que, además de rápido, directo, sensato, coherente y sincero, Felipe González es discreto. Lo cual lo pone a años luz de la bombástica vacuidad de su ubicuo sucesor, que da clases de lo que no sabe, concede entrevistas en lenguas que no habla y asesora sobre lo que desconoce.

Que se haya pretendido involucrar a FG en el asunto de los GAL (a través de esa pregunta retórica que ayer se repetía por enésima vez el señor Miralles, ¿cómo no iba a saberlo el presidente del Gobierno?), que se le considere Mr. X sin una miserable prueba y, sobre todo, que eso lo hagan quienes en los años ochenta pedían la guerra sucia contra ETA en sus periódicos, forma parte del sentido español del debate público consistente no en presentar al adversario con objetividad sino bajo la luz más dañina que se le pueda aplicar, incluso a la luz de la mentira.

Me gustó mucho la entrevista y así mismo que FG sostuviera que la situación actual es en todo similar a la de los años 1993 a 1996. Coincido y no coincido con él. Es verdad que en ambos casos el clima de exasperación, agresividad y provocación sistemáticas (a lo que suele llamarse "crispación") arranca del hecho de que la derecha no acepta el resultado de las elecciones cuando le es adverso; no lo hizo en 1993 ni en 2004. Pero ese es el único parecido. El Gobierno lo tiene ahora mucho más fácil que lo tuvo él entre 1993 y 1996 porque no está lastrado por los casos de corrupción de aquel y mucho menos de guerra sucia.

Aquellos años sí que fueron duros. Me sublevaba que los casos de corrupción se quisieran hacer extensivos a todos los socialistas, los afiliados, los miembros de las agrupaciones, los cargos municipales, las gentes del común, los socialistas "de toda la vida". Y más me sublevaba que los propios socialistas hubieran interiorizado tan injusta imputación y no se defendieran. Porque no se defendían y todos estos que ahora gallean en defensa de un Gobierno que no la necesita estaban callados como guijarros.

Felipe sigue siendo mucho Felipe; entre otras cosas, el único político español del siglo XX al que la gente, incluidos sus enemigos, llama por su nombre de pila, junto con José Antonio y lo de éste cuenta poco porque jamás llegó a gobernar y su nombre fue siempre invocación del "ausente" mientras que Felipe fue un gobernante en quien muchos de mi generación nos reconocimos. En unas relaciones de identificación tan sentimentales era lógico que se suscitaran grandes admiraciones y grandes odios. El gobierno de González dejó detrás mucho agraviado, muchos que pensaron que les correspondían nombramientos, cargos, canonjías y se vieron preteridos, quien sabe si humillados (por ejemplo, el juez Garzón, según él mismo reconoce) y se convirtieron en terribles azotes de la deriva conservadora del Gobierno, de su traición a los ideales de la izquierda, etc., etc. Muchos desengañados que saltaron a los medios, convertidos en esforzados héroes de la lucha contra el "poder" y la derechización del socialismo. No daré los nombres porque son de conocimiento común y algunos ya no están entre nosotros. Y, al margen de las motivaciones de aquellos integérrimos izquierdistas que soltaban metralla generalmente desde los medios de la derecha, ¿hubo o no hubo deriva derechista del Gobierno? No me lo parece, pues nunca estuvo muy a la izquierda. Fue un Gobierno presidido por un hombre que en 1979 había obligado al partido a arrumbar el marxismo en el desván, con la rueca y el huso. Poco trayecto de derechización le quedaba.

Me parece que en toda la entrevista FG tampoco menciona una sola vez al señor Alfonso Guerra, cosa que a éste no debe de haberle gustado nada. El vigésimo quinto aniversario del ochenta y dos es tan suyo como de Felipe pues en aquella época formaban una indisoluble pareja, con una división del trabajo entre ellos que muchos consideraban imbatible. Pero ese mito de la realidad bifronte del Gobierno español de entonces se quebró lentamente en el quehacer día a día y año a año de forma que el famoso "Dos por el precio de uno" quedó en nada y el señor Guerra se replegó a un oscuro retiro, rumiando sus amarguras.

El lema electoral del PSOE en las elecciones de 1982 fue Por el cambio. Y, en efecto, se cumplió. Todo ha cambiado muchísimo. Sobre todo la mirada de FG.

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