dissabte, 13 d’octubre del 2007

Balance: convivencia, cero.

¿En qué se notó que ayer fue el Día de la Nación, el Día de la Hispanidad y el Día de la Raza, según otra denominación no tan antigua? En que acabó la fiesta a trompazos y mojicones, como en las ventas que frecuenta mi señor don Quijote. Esto de la bandera no es nada pacífico, ¿verdad? Y el día que no arde el Rey en efigie lo hacen los señores Ibarretxe y Carod también en efigie. Durante el patrio festejo registré violencia en Valencia, Barcelona, San Sebastián y Madrid. Siempre ligada a la bandera, la Patria, la Nación y el espíritu del pelotón.

Los de España 2000, un partido de fachas valencianos que tiene algunos concejales electos, armaron bronca en la capital del Reino Valenciano y quemaron, dicen, dos mil retratos de los señores Ibarretxe y Carod y símbolos de ETA. La quemada de ETA no creo suscite protestas pero las de los dos dignos políticos vasco y catalán, sí. Imagino. Queda claro: en la Monarquía "democrática" quemar la efigie del Rey es delito perseguible de oficio, pero quemar la de dos probos representantes del pueblo, no. Claro, qué bobada, Monarquía "democrática", o sea del Rey abajo, ninguno.

Algo parecido en Montjuic, en Barcelona, aunque sin cremá valenciana. Eso sí, abundancia de banderas rojigualdas con el águila del escudo franquista. Es lo que le pasa a la bandera bicolor, que tiene dos escudos pugnando por señorear su campo, el águila de San Juan franquista y el águila de la monarquía parlamentaria, más pacífica y burguesa.

En San Sebastián, a bofetada viva, al uso de los vascones. La izquierda abertzale salió a la calle a sobar el morro a unos autobuses de falangistas de "España adelante" o "adelante España", que no estoy seguro pero al encontrarse a la Ertzaintza en su camino ya se liaron con ella y prendieron fuego al centro de la ciudad. En el levante el agua se lleva por delante los coches; en el País Vasco se los lleva el fuego. Somos presocráticos, andamos a tortas con los elementos.

En Madrid, finalmente, los fachas se concentraron vestidos de civil cerca de la tribuna de autoridades del desfile para poder abuchear al señor Rodríguez Zapatero a sus anchas, según liturgia anual. "Libertad de expresión", decía después el Presidente con una sonrisa. Claro, haya libertad de expresión también para el rebuzno, sonido muy humano a la par que asnal. Aunque lo más llamativo de Madrid fue ver al señor Rajoy esgrimiendo una banderita nacional como si fuera un pay-pay. De verdad este hombre carece de sentido del ridículo: anteayer se dirigía a nosotros como si fuera nuestro caudillo y ayer parecía Shirley Temple. Crecidita, claro.

Por favor, ¿alguien conoce otro país del Occidente sedicentemente civilizado en el que los habitantes se zurren la badana por la bandera o la bandera por la badana? ¿Y qué decir del apasionado debate de "yo soy una nación, pero tú no" y "Zapatero discute una nación que no se discute"?

Escucho con gran respeto al señor Rodríguez Zapatero decir que aquí no pasa nada y que el "sistema" aguanta, así como a muy ilustres opinadores argumentando que la nación española está como nunca. Los escucho pero lo que veo es que hay un Cristo montado muy serio, para expresarme con castiza llaneza. Tanto que habría que ir pensando en organizar sendos referéndums de autodeterminación en Cataluña y el País Vasco; si más, ya veremos. Se me ocurre que sería una buena idea ofrecérselo a los catalanes para inmediatamente después de la preceptiva reforma constitucional. Y dejar a los vascos en dique seco, a ver si de este modo entienden los de ETA que ellos mismos son el mayor obstáculo al logro del propio objetivo de que el honrado pueblo vasco decida sobre sí mismo.

En cuanto al "material humano" de estos partidos y grupos de extrema derecha, España 2000, plataforma Adelante España a la vista está que van vestidos de paramilitares y que son bandas agresivas. El Parlamento debiera legislar prohibiendo el uso de uniformes en organizaciones políticas. Que vayan con la bandera pero de civil.

Y más cosas. Hay que ir a la erradicación del fascismo que, en efecto, no es una opinión, sino un delito.

¿A que no sale ningún país de Occidente en que esto suceda? Pues, según algunos, aquí tampoco. "Somos una gran nación". Somos más que eso; somos una "nación milagrosa" porque partes de ella no quieren ser ella.

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