A las once de la mañana de hoy, treinta y uno de octubre de 2007, se dará a conocer la sentencia en el proceso por el llamado 11-M. O sea, tres años, siete meses y veinte días después del hecho más sangriento de la historia reciente española (hay que remontarse a la guerra civil para encontrar algo parecido) los tribunales dictan su juicio tras una cuidadosa instrucción, un proceso justo y una vista oral ejemplar, aclarando los hechos y pronunciando las penas que corresponden.
La tupida red de patrañas que integra la llamada "teoría de la conspiración" sufrirá, seguramente, un severo revés judicial. Pero no se dará por afectada porque su arraigo como forma de pensar no solamente obedece a ciertos intereses políticos (del PP y sus medios) sino también a una tendencia psicológica presente en nuestras sociedades y que presupone siempre un público numeroso que consume historias disparatadas a título de explicación de fenómenos sociales. Son los de los Ovnis, el regreso al futuro, la parasicologia y el espiritismo.
Los de la conspiración explicarán la sentencia como un paso más en la supeditación de todos los poderes a una oscura voluntad demoníaca o algo así. Y cuando se pronuncie el Tribunal Supremo, que seguramente habrá de intervenir en vía de recurso, tampoco se aceptará la verdad judicial. Quienes perdieron las elecciones que creían ganadas el catorce de marzo de 2004 todavía no han entendido que no perdieron por el atentado en sí sino por la forma increíble en que lo "gestionaron" las autoridades. Razón por la cual va a sucederles lo mismo. Es no querer enterarse de por dónde caen los chuzos.
(La imagen es el monumento a las víctimas del 11-M junto a la estación de Atocha).