dimarts, 21 d’agost del 2007

Que no, que no.

Tengo algunos amigos chavistas con los que de vez en cuando discuto sobre lo inevitable. Como la experiencia me dice que estas discusiones políticas no merecen la pena que uno se enzarce con sus amigos, tiendo a no postear mucho sobre la cuestión latinoamericana, pero a veces hay cosas que no pueden pasarse sin c0ndigno comentario.

Una de ellas es la reforma constitucional para posibilitar la reelección ilimitada del presidente de la República. Vamos, para configurar una Jefatura del Estado perpetua plebiscitada periódicamente. A fin de justificar la reforma el señor Chávez invita a comparar con los casos de los Reyes de España y Reino Unido, lo que es absurdo, porque no hay comparación posible entre una magistratura simbólica (los Reyes citados) y otra con poder real y no sólo ejecutivo, sino también legislativo y notable influencia en el judicial.

Pero no se trata de argumentar criterios formales para criticar la reforma. No hace falta. No hay duda de que el señor Chávez plantea la reforma en términos exquisitamente legales. La cuestión no es de legalidad sino de legitimidad. ¿Es legítimo modificar una norma que tú mismo configuraste cuando te interesa y para cambiar solamente tu situación según tus deseos? Claro que no. En sí misma la cuestión de reelección sí o no es baladí. Lo impresentable es hacer y deshacer las leyes a la medida de tus decisiones y planes personales.

No tengo duda alguna de que el señor Chávez sea de izquierdas y que esté introduciendo reformas de carácter social y económico con las que, en principio, puedo estar de acuerdo. Pero no con las políticas y jurídicas.

Esa decisión de cerrar un canal de TV es pura censura y arbitrariedad desde el poder. La triquiñuela de alegar que no es un cierre sino una no renovación de licencia no va a ninguna parte. El resultado es un cierre. Pero es algo más que una arbitrariedad y una conculcación de derechos y libertades fundamentales (libertad de expresión, derecho a la información), es, además, competencia desleal. Porque, ¿qué otro nombre recibe el hecho de que una persona que tiene un programa de TV que se llama Aló Presidente



prohíba una cadena de TV rival? Eso es competencia desleal, callar a los rivales usando los poderes del Estado, no la libre competencia en el mercado. Y las razones que he oído exponer al señor Chávez para el cierre me han parecido una vergüenza: que si las doctrinas contrarrevolucionarias ya no iban a poder expandirse como antaño, que si los proimperialistas no van a poder disponer de tantos medios como antes. O sea, que los adversarios se callen. Y lo que me parece insólito es que eso se haga en nombre de la izquierda.

Como insólito es que en nombre de la izquierda se consienta la peregrina situación del señor Castro en Cuba. Un sistema político, un país entero de más de once millones de habitantes mantenido en posición de stand by porque no se sabe si el hombre fuerte en quien se concentra el verdadero poder del Estado se muere o no se muere. Es imposible mostrar más a la claras que en Cuba todo, absolutamente todo, depende de una persona. ¿Qué tiene que ver esto con la izquierda?

Ya que el señor Chávez es tan aficionado a recitar doctrina marxista en sus discursos, bien podría ofrecer alguna reflexión en público sobre la magnífica idea de la marxista Rosa Luxemburg cuando decía: "La libertad sólo es libertad cuando lo es para los que piensan de forma distinta."

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