dissabte, 25 d’agost del 2007

Por donde solían.

Fue en su tiempo tradicional en España que no hubiera fiesta sin toros (o, para ser más preciso, sin ensañarse con los toros) y sin traca final. Los toros han permanecido, pues algo había de quedar de la recia estirpe ibérica, pero la traca se ha ido apagando con los años de forma que apenas si se oye algún triste petardillo tan mínimo y miserable que más suena a ventosidad. Menos mal que han llegado los gudaris de ETA a rescatar las esencias con una traca como Jaun manda y ya estamos todos donde teníamos que estar, o sea, donde estábamos hace ocho meses, dos años y pico, cinco, diez, veinte, treinta, qué sé yo. Son tozudos los independentistas vascos. Y luego dicen que no, que ellos son como otros cualquiera. Cuando se han quedado solos en lo de la "lucha armada", o sea en eso que los gobiernos y medios de comunicación llaman "terrorismo". Claro que ya estoy oyendo al abertzale encargado de relaciones con el extranjero diciendo: ¿Lo ves? Estos españoles mienten siempre como bellacos. ¿No están en lucha armada los insurgentes iraquíes, los tigres tamiles, los Moro filipinos? O sea, no estamos tan solos. Además, ¿no están en lucha armada los ejércitos estadounidense, británico, español, alemán, etc, etc, asesinando a mansalva civiles iraquíes o afganos? No sólo no estamos solos, sino que estamos como todos los demás.

Es un fastidio escuchar las razones de los pistoleros pero hay que hacerlo para que no te digan que pegan tiros y ponen bombas para que les hagas caso. Y cuando se escuchan se ve que esas razones no valen nada porque quienes las esgrimen no creen en ellas. Lo dicen por decir algo, porque no los acusen de haber renunciado a la condición parlante, que es consubstancial a la especie homo sapiens. La consistencia de lo que se diga es irrelevante. Véase si no considerando que ese argumento es metajurídico porque no reconoce ningún límite de legalidad ni legitimidad. La respuesta es de cajón: Claro porque eso no lo hace nadie y los primeros que no reconocen límite alguno son los que hacen las leyes, razón por la cual tampoco nosotros reconocemos límites de legalidad ni legitimidad.

Pero eso no es cierto. Ya lo creo que los reconocen, por la cuenta que les tiene y a rajatabla. ¿Acaso no predican que el pueblo vasco es uno a este y aquel lado de la muga? ¿Y no es cierto que el de aquel lado está más oprimido por el colonialismo francés que el de este lado ya que allá no tiene autonomía y que, oh vergüenza, no constituye región (es parte de la de Aquitania) y, oh vergüenza de las vergüenzas, ni siquiera tiene departamento propio, ya que forma parte del de los Pirineos Atlánticos, junto con una manga de bearneses y algunos puñados de gascones? ¿Y qué hacen los gudaris? Aquí, donde se reconoce la autonomía del País Vasco, piden la independencia y, para hacerse notar, tratan de volar un cuartel de la Guardia Civil y de masacrar a todos los agentes que puedan. Y, donde no se reconoce nada, piden una modosita autonomía, un departamentucho de nada y, para hacerse notar, queman un pajar durante el tour de France. Siendo uno solo el pueblo, ¿no debieran los gudaris atentar más en Francia que en España? ¿Por qué no lo hacen? ¿Por despiste o por cálculo? Por cálculo, ¿verdad? Porque reconocen al dedillo los límites de la legalidad y la legitimidad y saben que en España tienen un apoyo directo y/o indirecto que ni locos tienen en Francia. Y ¿no decían que ellos no reconocían límites de legalidad o legitimidad? ¿Y no decía yo que tanto da lo que digan porque hablan por hablar?

¿Quiere decir entonces que hemos de abandonar toda pretensión de diálogo-negociación? No, no. Hay que seguir intentándolo a ver si conseguimos meterles en la cabeza alguna idea razonable. Aunque sea difícil porque las ideas son alígeras y no tienen fácil desplazar al serrín.

Se deduce que trato de enfocar el asunto desde un punto de vista distinto. Y más. Hemos visto análisis políticos, jurídicos, sociológicos, económicos, históricos, antropológicos, literarios y supongo que también los habrá religiosos del fenómeno ETA. No los he visto desde el punto de vista psicológico. Lo más cercano, el antropológico. Es obvio que la fuente nutricia de ETA son los mecanismos sociales de prestigio dentro de la subcultura de las tribus juveniles, muy frecuentes en el País Vasco a fuerza de pandillas, prêt à porter ideal para la kale borroka. Y la única forma de atajar eso es cambiando su escala de valores cosa imposible mientras algunos de los mecanismos difusores de ideología, el sistema educativo, la iglesia y buena parte de los medios de comunicación difundan el martirologio nacional.

Creo que incluso se puede abordar el asunto desde un punto de vista psicoanalítico terreno en el que soy lego. Pero me da como que la relación con las armas así porque se quiere, porque se decide libremente y no te las ponen en las manos por orden de la superioridad o porque la patria esté en peligro tiene un elemento de sadismo que remite a las zonas oscuras del culto a la muerte como hacen, por ejemplo, los llamados "caballeros legionarios", que son los novios de la muerte. Los gudaris no quieren noviazgo alguna con la descarná, pero les encanta matar a los demás. O sea que algo de sadismo anal ya hay. Que un tipo que tiene veinticinco vidas humanas sobre su conciencia vaya por ahí tan tranquilo prueba que en algún lugar hay una neurosis muy grave, una fantasía de omnipotencia infantil que vaya Vd. a saber de dónde sale. Es decir, estos de las bombas y los atentados no son solamente unos criminales, terroristas, hienas salvajes o, alternativamente, héroes, patriotas, mártires de la nación vasca, sino que también son unos enfermos.

Esa relación con la guerra, la sangre, los asesinatos, emborracha, ciega, anula la facultad del juicio, al menos del juicio moral y, en ese momento, da igual lo que se diga porque ellos lo que quieren es matar. Lo suyo es un frenesí. A los frenéticos también cabe recluirlos en hospitáles psiquiátricos que es como se llama ahora a los viejos frenopáticos.

¿Lo ves? Todos estos intelectualuchos tiquismiquis andan siempre tratando de engañar al pueblo. Porque ¿cómo que la Patria no está amenazada? Está amenazada, ocupada, avasallada, preterida, humillada, ultrajada, perseguida, aherrojada, torturada, estrujada, oprimida, subyugada... La Patria vasca está a punto de perecer en el sumidero de la Historia y para conseguir su resurrección y su triunfo terrenal hay que estar dispuestos, hermanos, por doloroso que sea, a verter la sangre de los demás.

Vale. Como me encanta el fair play, dejo que el valiente gudari diga la última palabra y que sea su eco el que quede sonando:

verter la sangre de los demás

la sangre de los demás

de los demás.

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